La primera vez es importante, al menos, si es la primera vez de algo importante. Yo ayer tuve la mía.
Lo típico, a estas edades que ya tiene una, es que la gente que te rodea tome tu primera vez a cachondeo. ¡Todos tienen una opinión! Y claro, para gustos...
Hay quien te dice que al final se le pilla el gustillo, amigas que te cuentan de manera detallada eso de "la primera vez no te va a gustar pero todo es cuestión de insistir" o las que avisan: "Puede que no te agrade mucho porque la primera vez es raro, pero en buena compañía seguro que lo pasas bien".
A lo que iba, que ayer tuve mi primera vez. Estaba todo planeado desde hace unas semanas, esperando a que se dieran las circunstancias. El lunes se confirmó la cita: "El miércoles, no te rajes. Avisa en casa que no aparecerás hasta tarde". Y así lo hice. Sabíamos el sitio, la hora y estába todo preparado.
Por la mañana, un café con una amiga me sirvió para pedir los últimos consejos y contar en voz alta que había confesado que nunca lo había hecho. Me gustó. Fue raro al principio pero me encantó. Fue diferente, sorprendente, lleno de contrastes y sensaciones, algunas ya conocidas de antes y la mayoría, nuevas. Muy nuevas.
Ya hemos quedado para la próxima. A finales de mes. Con buena compañía, la misma que ayer. Quizá, en el mismo sitio. Aunque recogidito, resultó cómodo.
A finales de mes, vuelvo a comer a un japonés. Me gustó. Y es que siempre hay una primera vez y, en lo de comer pescado crudo, habrá una segunda.