lunes, 15 de junio de 2009

De vuelta, otra vez


Más de dos meses resulta tiempo suficiente para curar heridas, buscar ideas, cambiar de aires y hasta de hábitos. O eso creo.



Vuelvo, otra vez. Después de alguna que otra entrada que se quedará ya para siempre en el limbo, recupero el pulso débil de esto, sea lo que sea, para distraerme de las notas de prensa que empiezan siempre igual y escribir simplemente porque me apetezca. Sin presiones, sin 'sevillas', sin prisas ni compañeros pidiendo datos.



Desde la última vez que pasé por aquí, he estado en algún que otro cumpleaños, en una boda y en cenas interesantes. me he emborrachado, he llorado, me he reído a rabiar y he superado un Corpus más. He conocido a gente nueva, he olvidado (casi, lo reconozco) a los inolvidables, he superado peleas enquistadas y, simplemente, vuelvo porque ahora me apetece.



Y regreso con planes. Para ir de viaje, hacer visitas, comer pescadito en una playa, salir a correr, fumar menos, comer mejor, eliminar traumas y ser un poco más valiente. Hay cosas perdidas que no voy a recuperar, hay cosas que se 'jodieron' que puede que no se arreglen nunca, deberes planteados y muchas ganas de reirme hasta que me duela.



En estos dos meses, he echado de menos a gente a los que pensé que nunca tendría que añorar, he aprendido cómo decir 'no' y como apagar el móvil y, por supuesto, he recuperado la sana costumbre de, de vez en cuando (sólo de vez en cuando, por salud física y mental), desayunar antes de irme a la cama.



Como antes, hombra ya!!!! y de prueba, sólo uno de los últimos desayunos trasnochados de las últimas semanas. Lo siento chicos, he vuelto.

martes, 14 de abril de 2009

Y no era para tanto

No. No fue para tanto. Aunque en mi casa siempre han dicho que tengo una pachorra alarmante, me ponen nerviosa las situaciones que no controlo. Meto la pata mil veces al día por confiada, por no pensar siete veces las cosas antes de soltarlas por mi bocaza, por puñetera.



Sin embargo, hay conversaciones que ensayas veintisiete veces antes de afrontarlas. Son esas conversaciones que piensas y repiensas, que te corroen un poco por dentro. Las importantes, las trascendentes, las decisivas.



Me pasaba igual en la facultad con cada final (sí, también con los parciales...). Cuando me ponía nerviosa, Jose me decía que tampoco era tan trascendetal una puñetera prueba académica. "Si fuerta tan trascendente no tendríamos cuarenta exámenes, tendríamos solo uno". En fin.


Lo mejor de hacer un examen es que te lo quitas de encima. Yo hice el mío el lunes. Y no fue para tanto.


He suspendido pero... ya habrá otros. He suspendido y... puff. Me jode porque en el fondo sabía que iba a suspender, me molesta por las horas invertidas, me escuece porque, en el oral, tenía las cosas mucho mejor preparadas y no fui capaz de contarlas bien.


En realidad, tampoco importa tanto. Había repetido mil veces la respuesta adecuada a cada pregunta y como redirigirlo todo para salir ganando y no hubo manera. Antes del examen, pensé que el suspenso me dejaría un par de meses tocada de moral y...


Lo celebré con amigas y algunos abrazos. Una cerveza con la Mendo para brindar por el suspenso. Otra con Maripi, otras muchas con mi Nico que ha estado de visita y con mi guachuza, otra por la Cobo y su cumpleaños (FELICIDADES) y con el canijo, otra por mi....


Quizá el suspenso no fuera para tanto pero la resaca... mae mía.


De todo, me quedo con dos conversaciones:


1.- La filosófica


-"Estás más triste que antes"

-¡Qué dices! Estoy genial. Soy feliz, no permanentemente pero...

-Para mí eres como te veo y te veo más triste.



2.- La macarra (todo en broma y metafórico, como aclaración)


-Sabes lo que vale una bala, ¿no?, 1,80 céntimos

-Sí, ya me contaste.

-Pongo 3,60 y gasto dos.

-Vas a fallar con la primera???

-No. La primera va a ser para que le duela, para que lo sienta... luego la otra



PD: La foto no tiene na que ver con todo esto pero la recordé esta semana santa y me da buen rollo,


Bsos rubias californianas. En cuanto me recupere de los sustos, robos, broncas y cosas varias, vuelvo, juas juas.

lunes, 23 de marzo de 2009

Detrás de la cifra


Las cifras son lo que son. Números. Estadísticas. Simbolitos que llenan titulares, que marcan las cuentas corrientes. Cosas que, muchas veces, no entendemos. Te hablan de miles de millones de euros y te quedas frío. Te cuentan el número de parados y sientes miedo. Te recuerdan la población de China y... en fin.



Por eso, aún recuerdo una clase de la facultad en la que te contaban la teoría que, luego, resulta complicada llevar a la práctica. "Si hablas de un terreno, compáralo con un campo de fútbol o las dimensiones de una ciudad... Si vas a hablar del precio de un piso, haz la cuenta de los años trabajados que necesitas para pagarlo...". Teorías.



Hoy, voy a llevar a la práctica un dato que ayer me dejó 'tonta' en el sofá. 60%:



El 60% en personas, son seis de cada diez. Sigamos.



Si un día no como, no importa. Me viene bien. Si no como seis de cada diez días estoy jodida.



Llorar un día resulta hasta recomendable. Hacerlo 18 al mes (el 60%) puede ser un síntoma claro de depresión, de una vida de mierda...



Perder a un amigo por el camino puede hasta tener sentido. Si dejan de hablarte seis de los diez que te acompañan normalmente a tomar cañas es que eres despreciable.



Que te quede una asignatura durante el instituto puede que sólo refleje que se te da mal el inglés. Si suspendes más de la mitad (el 60%, por ejemplo)... tiene peor explicación ante los padres.



Si al poner la lavadora desaparece un calcetín, es normal. Si desaparecen seis de los cinco pares que has metido... llama a un técnico.



Si tu equipo pierde seis de cada diez partidos que juega... preparate para ser seguidor de un club de segunda.



Y es que, seis de cada diez, son muchos. Más de la mitad. Piensa en pasar más de la mitad de tu vida solo, que más de la mitad de tus ligues te dejen, que el 60% de tus curros te obliguen a ser mileurista, que 18 días al mes tengas dolor de cabeza o que, por lo que sea, te quedes con cuatro de tus dedos de las manos. ¿Chungo, verdad?



Hablamos de la violencia de género, de las violaciones, de los casos que llenan de asco y terror informativos y titulares. Ayer, tropecé con uno: 'El 62% de las mujeres palestinas sufre abusos sexuales'.



62%. Más de seis de cada diez palestinas vivien con acosadores, sufren el peor de los abusos, y se callan. Las violan sus padres, las tocan sus tíos, las reprenden sus madres por poner malas caras ante esta barbarie y son asesinadas por sus propias familias por el único atrevimiento de hablar, de llorar en voz alta, de contarlo. Y lo peor: sólo existe un centro para ayudarlas con una treintea de plazas.

Y ahora, si te apetece, ponle banda sonora positiva al dato.

lunes, 9 de marzo de 2009

El tiempo y sus cuestiones


No soy puntual. No lo he sido en la vida. No lo fui ni para nacer, que le vamos a hacer. Mi madre tuvo que sumarle dos semanas a sus nueve meses de embarazo para que yo decidiera nacer un día de un nevazo enorme, como los que hemos tenido este invierno.


"La última vez que te espero". He oído esa frase miles de veces. Mis amigos, los de toda la vida, se cansaron de recogerme para subir al colegio o bajar al instituto y siempre me avisaban de dónde pasaríamos las horas de fiesta harticos de aguantar en la puerta del parque mis retrasos.


"Te estoy esperando, como siempre". Me lo dice mi hermana casi todos los días. Dice que llego tarde cuando hemos quedado, que me retraso cuando vamos al cine, que tardo una eternidad en hacer cualquier cosa y del tiempo estimado para que me tome un café las mañanas de los sábados, mejor ni hablamos.


Para todo esto, lo de mis retrasos, existe una teoría muy extendida. Creo.


Soy capricornio. Todos los capricornio llegamos tarde. ¿Conoces a alguno? Piensalo. Seguro que llega tarde cuando quedáis para comer, que siempre va corriendo y retrasado. Piénsalo. Conozco a muchos, un buen puñado viene a mi cabeza en estos momentos. Todos son impuntuales irremediables.


La teoría, esa de la que hablaba, tiene que ver con el concepto de tiempo y los capricornio. Siempre pensamos que llegamos, que nos da tiempo, que podemos. Tenemos un concepto del tiempo equivocado, iluso, irreal. Un ejemplo: Suena el despertador a las siete. Yo creo que, a esas horas, me da tiempo a dormir cinco minutos más, elegir la ropa, vestirme, peinarme, cambiar de bolso, recoger los platos de la cena, bajar al bar a tomar un café, charlar con Antonio, ver el periódico, fumarme un cigarro y llegar al curro. Puff.


Al final, todo era una ilusión.


No he usado reloj hasta que me regalaron uno mis compañeros cuando me fui de Baza. El de la cocina se quedó sin pilas antes de que terminara de arreglar la casa y poner las cortinas. El del coche sólo está en hora la mitad del año. Los otros seis meses va una hora adelantado o atrasado. (Es que no sé cambiarlo). El del móvil lo llevo diez minutos adelantado, para llegar a la hora. Como lo sé, no sirve para nada.


También llego tarde a las decisiones importantes, aunque eso es otro cantar. Uno de mis últimos jefes me reprochó (impuntual él, que osado!) que llegaba tarde a trabajar. Lo bueno, le contesté una vez, es que también me voy siempre tarde.


Hoy, por fin, he puesto bien la hora de este blog. Va por la rubia y por winagress, que lo han apuntado en los comentarios de alguna que otra entrada. Tenía la hora puesta como si viviéramos en Miami, que se le va hacer. La cambio un año y pico después pero ya se sabe... MÁS VALE TARDE QUE NUNCA.


miércoles, 4 de marzo de 2009

Cuestión de genero???


Cada uno sirve para lo que sirve. Todos tenemos nuestras virtudes y defectos y, contra esa naturaleza, no hay quien luche.


Yo, por ejemplo, no he nacido para seguir el modelo de 'señorita' que a mi madre le gustaría que fuera. A mi madre, como a cualquier otra, le gustaría que fuese la mejor pero me quiere como soy.


No sirvo para muchas de esas cosas que los prototipos unen con las mujeres.


Punto 1:- No me gusta ir de compras. No me gustan eso de mirar y remirar los escaparates. No tengo gusto. Entre unas cañas en una terracita al sol y un maratón de compras, me quedo con lo primero. Entre un maratón de compras y un partido de baloncesto, me quedo con lo segundo.


Punto 2:- No me gusta ir a la peluquería ni cosas similares. Paso a ver a Juanmi cuando cuatro dedos de pelo negro constatan que el tinte pelirrojo no es más que eso, un tinte. Sólo de pensar que tengo que esperar un par de horas a que me cojan, me tinten, me laven, me peinen, me sequen... Puff. Lo único que me gusta es la parte del masajito.


Punto 3:- Me he pintado las uñas de las manos unas... ¿cinco veces en mi vida? Me las como, tengo unas manos que parecen ancas de rana y poca paciencia como para emplear mi poca maña en estas cosas.


Punto 4:- No sé andar encima de unos tacones. Mi madre lo dice, parezco un pato mareado. Mis zapatillas rojas siempre han sido mucho mejor compañía que las botas de chupamelapunta o los zapatitos de tacón de aguja. Para eso, en mi familia ya está la guachuza.


Además, me pongo vestidos sólo en las bodas y ocasiones muy puntuales y, desde que a mi padre le ha dado por regalarme cosas de Desigual, llevo faldas. Pero vamos, tampoco son muy de señorita y, cuando me las pongo, mi madre sonríe como en las ocasiones especiales.


Punto 5:- No sueño con un ropero. No imagino vestirme de blanco para protagonizar una boda pomposa, no sé combinar muy bien los complementos y llevo el mismo bolso -pegue o no- hasta que lo echo a lavar y traslado todos mis trastos al siguiente por el orden estricto que marque mi desorden.


Cada uno es como es, que le vamos a hacer. No sé sentarme cruzando las piernas, no sé comportarme como una señorita, nunca llevo pañuelos de papel en el bolso ni uso paraguas (yo me mojo como los tíos, hombre ya!) y prefiero una barra de bar con una cerveza a una mesita con un té. Qué le vamos a hacer.


Y del anuncio de la foto, prefiero el frigorífico por el que gritan los hombres que el vestidor por el que suspiran ellas. ¿Qué haría con él si sólo tengo unos cuantos pares de zapatos? Con las cervezas sí sabría qué hacer.



Y para ver el anuncio, sigue este enlace



domingo, 1 de marzo de 2009

Momentazos de la vida


Hay días que uno se levanta con el planazo de comer al sol en una terracita del Albaicín y la vida le constesta con un cielo cubierto de nubes. Ni sol ni leches. Y entonces, haciendo de ama de casa para rentabilizar el domingo, me pongo a revisar fotos de otros años con el propósito firme de poner por fin una foto en el feisbuck de las narices mientras termina la lavadora. (Ya lo he hecho, por fin)



Y entonces, te encuentras con esta foto y recuerdas que, muchas veces, la vida te regala momentazos, noches de Reyes en las que, los de Oriente, te ofrecen el mejor regalo posible.



Fue el 5 de enero de 2008. Por cortesía de la Cruz Roja de mi pueblo, me convertí en el negro más admirado del mundo (con permiso de Obama, claro). Hacía más frío que un día con mucho frío pero todo eso se olvidó en unos minutos. Y es que hay sonrisas con capacidad de derretir hasta el mayor de los témpanos de hielo.



Quedamos el día 5 a las 5 de la tarde. Una mini sesión de maquillaje, un plano, una ambulancia cargada de regalos y muchos objetivos por cumplir. Todo, porque la generosidad de vecinos y empresas nos iba a convertir en magos, en esos privilegiados que se encargarían de llevar la magia a un puñado enorme de niños que no iban a tener ningún regalo para esa noche.



Una casa a la que hay que entrar descalzo. Cinco niños con nombres impronunciables. Dos dramas familiares. Olor a incienso y te, un informativo en árabe presidiendo desde la tele el ambiente del salón. Túnicas de gala esperando nuestra llegada... y mil sonrisas.



Ellos, los niños de esa casa, no creen en el dios de este país. No creen en los Reyes Magos ni tienen dinero para hacerlo. Pero te abrazan sin asustarse de tu pintura cutre de color negro, se les iluminan los ojos al abrir esos paquetes, te lo agradecen con toda la sinceridad de un niño de tres años y te vuelven a abrazar.



Y eso, esa enorme satisfacción que no voy a olvidar en la vida, se repitió una y otra vez hasta altas horas de la madrugada. El frío se quedó perdido en algún rincón de la ambulancia y todo se convirtió en una ilusión fantástica. Casa por casa, timbrazo a timbrazo, las horas pasaron con abrazos, lágrimas, algún que otro niño asustado por los disfraces, regalos y más regalos.



Es entonces cuando todo cambia de sentido, cuando la frase esa de que regalar es tu mejor regalo cobra sentido. Un momentazo que nunca olvidaré porque no recuerdo sus nombres, sus regalos ni sus dramas, no podré imaginar su día a día, sus progresos ni sus decepciones, pero siempre recordaré esos abrazos, las sonrisas y los besos como el de la foto.



Para ver más, sigue este enlace, que es sólo un trocito de aquella maravillosa noche.


miércoles, 18 de febrero de 2009

Palabras y palabros


El título de esta entrada parece como mínimo políticamente correcto, aunque nada tiene que ver con la superministra de igualdad. Los periodistas vivimos de las palabras (aunque a veces sólo nos peleemos con ellas y otras tantas hasta nos las comamos con papas en algún titular). Por eso procuro entender lo que me cuentan, traducirlo al vocabulario callejero y normal, y volver a soltarlas.


"Podemos coger los datos del paif, meterlos en un excell y compartirlos con el google calendar con colorcitos en cada uno de los hitos que vayan cambiando"


¿¿¿¿Manden????


Este párrafo, el que está en cursiva, ha sido la conclusión de unas horas de trabajo pensadas para simplificar el resto de horas que tendremos que pasar currando. Correcto. Perfecto. Una herramienta de trabajo, un nuevo mecanismo.... Correcto, perfecto.., si lo entendiera.


En el paif que nos mandaremos mediante san gogel aparecerán claves para empezar a trabajar. Se supone que yo sabré así si el PP-3 se hará por compensación, se ha terminado el PERI necesario para las VPA de la ARC del Albaicín, si el S-1 tiene listo el PP para desarrollar el PGOU y los plazos de licitación.


Servirá también para saber si la VPO es de módulo alto, si el proyecto de RA o AF tiene la OP lista o...


Y no es sólo que en estos lares se utilicen mucho las siglas (algunas de sobra conocidas, como la VPO o el PGOU), es que los términos, las frases, como en otras muchas profesiones, no hay quien las entienda


"Hemos preparado el lanzamiento, aprobado por el contencioso" ( y ahí estoy yo pensando si lanzaremos a un juez por un balcón), hasta que alguien dice: "no te preocupes, es una vivienda motorizada que no da problemas". y ahí está mi mente, imaginando una caravana con ruedas que acaba de pasar la itv y no va a dejarnos tirados en ninguna calzada...


Y todo, para que luego digan que los gabinetes de prensa vivimos mejor que nadie... Traductora me siento, señores. Ni periodista ni leches.


PD: Quería manifestar desde hace tiempo mis problemas con el lenguaje que me rodea desde hace unos mesos. Además, me flipó la foto, pero no la consigo con más resolución.

domingo, 15 de febrero de 2009

Y uno de los otros


Y los días malos pasan.


La respiración se calma, el dolor se arrincona y la rabia se tranquiliza.


Hay días malos que arañan el pecho, pero son sólo días malos.


Duran lo que duran. Dejan su huella, no es que no hagan daño, pero se superan.


Y vuelve a salir el sol



(En la foto, se ponía en una playa de Cádiz. ¡Qué grandes vacaciones!)

martes, 10 de febrero de 2009

Un día de esos

Hay días que prometen ser buenos y terminan jodidos.

Hay mañanas que descubres que quien tenía que salvarte hasta te molesta.

Hay tardes que recapacitas.

Hay noches que deberían pasar más rápido.

Hay veces que, simplemente, reconocer los errores no cambia las cosas. Hay veces que, tomar decisiones, sabes que sólo empeorará el tema.
Hay veces que, la gente decepciona y eso es precisamente lo que duele.

Hay veces que... la decepción, el error, el mosqueo y la sensación de haber fallado están demasiado dentro para echarle la culpa a otros.

Pero hay veces que de caer también se aprende. Puede que sea para bien. Aunque solo puede.


Esto suena ahora en el cuarto, aunque no termine de ser
http://www.youtube.com/watch?v=5Gm9wATAQLk

Recuerdos

Igual que cada silla tiene su persona favorita,
Cada persona tiene un dolor ajeno,
Cada dolor un pecho en que cebarse,
Cada pecho un lamento,
Cada lamento un ritmo acompasado,
Cada compás un tiempo.
Igual que cada silla tiene su persona favorita
Cada puñal tiene un sitio en que clavarse,
Cada sitio un reguero
De sangre coagulada por silencios,
Cada silencio un paso hacia el olvido.
Cada olvido cien amores eternos.



Lo he sacado de un rincón de recuerdos convertido en carpeta dentro del escritorio de mi ordenador. Era la respuesta a un jodido viernes, eso lo recuerdo aún. Era parte de un lote de grandes e interesantes conversaciones que prometimos convertir en un libro. Así se quedó. Aún, de vez en cuando, lo recuerdo.

Contesté así, unas horas después:

Ayer miré la luna. No estaba llena, pero yo completé la esfera para sentirme mejor. Funcionó. No sé por cuanto tiempo, pero funcionó. Y sigo pensando que la vida es bella, por qué no. Lo pensé cuando me estaba quedando dormida en el sofá, lo he pensado cuando he abierto un ojo en el mismo sofá. Lo pienso ahora y espero pensarlo también cuando vuelva a dormir esta noche. Igual, me doy antes una vuelta por es barrio, por los viejos tiempos.
(Estoy subiendo las entradas que, aún no sé por qué, se quedaron en el limbo)

Esa rubia (¡¡¡oe!!!)


Unas semanas antes de ceder mi despacho sin puertas y venirme al nuevo, del que aún no he hablado (no es el momento), me dio un abrazo. Fue una noche de la Feria de Baza, una noche de concierto, una noche en la que mi jefa nos presentó y ella se comprometíó a hacerme un hueco en su despacho.


Ya nos conocíamos pero yo no lo recordaba. Incluso, habíamos estado juntas de copas. Me había pedido un favor, me había dado su correo electrónico y yo había contestado a todo con malafollá accitana, que es incluso peor que la de Graná capital.


Se ha encargado de explicarme con santa paciencia lo que significan todas las siglas de mi mundo laboral. Gracias a ella, he aprendido lo que significa una RA, la AF, las NNSS, un PP y un SNU. En fin, lo dicho, santa paciencia.


Se esconde de mi objetivo cuando estamos currando y yo me esfuerzo en perseguirla para escuchar, después de su taconeo subiendo las escaleras, cómo la gente del curro le dice que sale guapa en la prensa.


La maritú he hecho que todo sea mucho más sencillo y tiene ese don de sonreir incluso cuando el día no lo merece. A pesar de todos los 'peros' del mundo, lo hace desde que llega al despacho, disfruta de su trabajo. Y hay días que ese trabajo no merece sus esfuerzos.


En estos meses, ha dejado grandes frases como "en vaqueros y zapatillas sólo se puede venir los viernes", me ha llevado a comer a un japonés, me hace sonreir cuando llegan los agobios de la agenda semanal...


Cuando empezamos a currar, un compañero al que no nombraré porque luego se me enfada, recordó que éramos totalmente diferentes. Entre copa y copa, me dijo que eso no era un problema. "Tú sabes que cada una tiene sus armas". Lo importante, ahora estoy convencida, está en que nunca las utilizaremos la una contra la otra.


Me invitó a su cumpleños, me dio una razón más para abandonar mi racismo contra las rubias, me emborracha lentamente y me cede su casa como mía para recuperarme de esas copas.


Y ahora, la actualización, que el blog me estapa boicoteando. Esto debió aparecer aquí colgado el 30 de enero.


Me ha enseñado nuevas frases, me aguanta, me acompaña en los cafeses, ha hecho que su pueblo me parezca mejor pueblo, me ayuda con los nombres cuando mi mente no da para más, comparte sus amigos conmigo.... y se merece esta foto. Podría decir otras mil cosas, pero... No le haría justicia. Merece la pena conocerla en persona.


Bsos


jueves, 5 de febrero de 2009

Esas mentiras

Tardó quince días en dejar de disimular. Cuando nos conocimos, todo era perfecto para mi amigo. Luego, como nos pasa a todos, dejó ver algunos de los 'peros' que tiene en su vida.
Todos queremos ser más altos, más delgados, más elegantes y más interesantes (quizá no todos, pero a mí me pasa). Él, quería un trabajo diferente. Siempre anda quejándose de lo poco que le gusta su curro, de lo chungo que es. Siempre se queja pero no hace nada.

Mi amigo me ha contado incansablemente las penurias de su puesto de trabajo. Habla de lo feliz que era antes, en aquellos años en los que hacía lo que le gustaba. No tenía un trabajo estable, uno que le durara más de dos o tres años, pero los disfrutaba mucho más de lo que disfruta ahora.
Cuando se envalentona, mi amigo siempre dice que un día de estos lo deja, que está hartico hasta doler, que se le hace insoportable levantarse por las mañanas pensando que, un día más, pasará las horas encerrado en algo que le hunde la mirada, que en los buenos días, sólo le deja indiferente. Triste. Siempre pienso que es muy triste.
En esta época de incertidumbre laboral hablamos mucho del tema. Y yo defiendo mucho su actitud, la de seguir en el curro, y hablo de lo valiente que es levantándose cada día para afrontar la misma rutina. Me lo he creido siempre. Cada día. Cada conversación. Cada borrachera. Cada disgusto. Me he creído siempre, sin lugar a dudas, sus argumentos.
Una vez al mes amenaza con irse. Se recuerda a sí mismo que no es feliz, lo cuenta en casa, a los amigos de confianza, y empieza a hacerse fuerte. Pero nunca se va. Sé que no le dejarían dimitir pero, cuando un trabajo te consume poco a poco, tampoco hace falta que te den permiso para irte.
He defendido siempre su postura porque tiene una hipoteca, un compromiso casi incaduco que tendrá que afrontar. Y una casa para toda la vida en una ciudad que no quiere perder de vista. Y, sobre todas estas cosas, tiene un compromiso. Es un tío de compromisos, cuando tiene que responder, comprometerse, estar ahí, está. Y punto.
Defendí esos argumentos porque sé (lo he sentido en mis carnes) que se complica irte de un curro cuando nadie se arriesga a echarte del todo.
Pero el otro día dejé de creerle. Son mentiras. Para contentarse, quizá. Puede que no le gustara su curro, pero tampoco está dispuesto a probar si le iría mejor en otro. Me di cuenta de golpe porque se presentó a la última entrevista en chandal. Y eso me hizo pensar.
Si no te gusta un curro, te vas a la hora justa de salir, no regalas un solo minuto. No hablas de lo que has hecho por la mañana ni explicas lo que harás las próximas semanas. No te presentas cinco minutos antes ni perdonas un solo día de asuntos propios. No te llevas trabajo a casa ni planeas cosas para los fines de semana. No. Al menos, no entra en mi mente.
Después de todo esto, llego a una conclusión: o mi amigo es un cobarde, o un mentiroso. Me gustaría apostar por lo primero y pienso en la segunda opción. Quizá, yo solo quería creer que era la primera opción.
En fin
En rachas malas, esta canción siempre me ha levantado el ánimo.
Soy torpe, no sé colocarla directamente, pero Fito merece que pinches el enlace
En una ocasión, un compañero de curro me dijo algo así como "lo jodido es, precisamente, decidir cambiar cuando todo parece estar bien. Lo jodido es irte sin que te ehen".
Pero hay quien se va

miércoles, 28 de enero de 2009

Porque merece la pena

Venga, otra contra la melancolía.


Nos quejamos de vicio, casi a todas horas. Buscamos excusas para juntarnos con los amigos, para compartir buenos ratos con los compañeros, para comer con esa parte de la familia con la que no vivimos. Nos quejamos de la crisis y comemos todos los días, protestamos por las resacas sin pensar lo bien que lo pasamos la noche anterior, refunfuñamos por el horario laboral sin pensar que tenemos un trabajo (CON LA CRISIS QUE HAY, MADRE MIA)...


Yo soy la primera, lo reconozco. Me quejo de los madrugones, de que nadie me quiere (sniff, sniff...), de Sevilla y de las clases de periodismo que alguno que otro ha olvidado con el tiempo.


TONTERÍAS.


Las mías, las tuyas, las del vecino que baja la persiana cada vez que me siento en el ordenador, las de fulanico y menganico.


Y quizá hoy no haya sido el día perfecto, quizá las cosas no salieron según lo previsto, quizá los sueños no sean más que eso, sueños. Quizás, quizás, quizás. Pero no importa, porque lo bueno de un mal día es que dura como máximo 24 horas. Igual que los buenos.


Por eso, brindo por el optimismo, por los días que vendrán, que serán incluso mejores. Brindo por tí y por mí, por la frase de abuela de "y el que no te quiera que se muera", por...
Bueno, o porque por fin he mandado las fotos que prometí enviar a finales de agosto (que grandes vacaciones, que bonito es Lugo, y las pizzas servidas a deshora, y los 'llintonic' treinteañeros y su muralla, y su tapa doble, y sus bares, y los caballos por la carretera y sus meigas...).


Ale, Pavli, ya he cumplido. Brindo por ello. Bsos.


PD: Sé que te jode que ponga una foto tuya pero era sólo por brindar de nuevo contigo y por las veces que prometes llamar y no mandas ni un sms de llamame....

PD2: (ASÍ NO ME QUITO LA FAMA DE BORRACHA. EN FIN)

martes, 27 de enero de 2009

Una de frases

Como dice el Chirino que estoy melancólica y no se me ocurre nada que contar que no tenga ese tono melancólio -será la luna, que me tiene tonta-, he tenido una idea.
Y todo, porque esta mañana nos ha salvado del pesimismo laboral una frase típica o tópica: "Más se perdió en la Guerra de Cuba y volvieron cantando".
Ahí van otras que, en algún momento de mi vida, me han hecho sonreir. La mayoría, me siguen dando buen rollito. No están todas las que son pero... abierto queda esto a nuevos conocimientos.
-"Más valen tres heridos que un muerto"
-"¿Y esto que entitula?"
-"En caso de guerra, cualquier agujero es trinchera".
-"Donde manda patrón, no manda marinero" o "Cuando seas padre, comerás huevos" ¿¿¿???
-"Pa'lo que me queda en el convento, me cago dentro".
-"Otros vendrán que bueno me harán".
-"Hay que tener amigos hasta en el infierno".
-"Más vale un mal acuerdo que un buen pleito".
-"Eso no se dice así, habla con prioridad" o "Ni falta que me importa" o... el mejor... "Es que para ir al concierto había que confirmar la existencia unos días antes".
... y el siempre socorrido "lo que tenga que ser, será" o "el tiempo pone a cada uno en su sitio".
Podría contar otras muchas, llenas de recuerdos, pero quizás más difíciles de contextualizar como el "no somos nadie y menos en 'toples'" o el ¿Tú como andas de escrituras?" pero, al final, de toda esta sabiduría popular me quedo con la mejor:
"NI LOS BUENOS SON TAN BUENOS... NI LOS MALOS SON TAN MALOS".

miércoles, 21 de enero de 2009

Una de años, novios y zapatos


Con el paso de los años, la cuestión 'novios' se ha convertido en un tema recurrido. No me refiero a una charla distendida con los amigos sobre la última conquista o similar (que también, pa que vamos a negarlo). En realidad, me refiero a esos odiosos interrogatorios sobre el momento oportuno que vas a elegir para echarte un novio formal que inician las abuelas -al menos, en mi caso-, y a los que se suman con más velocidad que un pelotazo de Nadal el resto de familiares.


Yo hace ya años que gané a mi madre como aliada en los ataque familiares del tipo: ¿Nunca vas a tener un novio formal? ¿Tienes algún problema emocional? ¿No crees que ya se te está pasando el arroz? ¡Tú cuentanos que vamos a aceptar lo que traigas! En fin, sin comentarios. Mi madre siempre responde algo como un '¡dejala, que ella está muy bien como está, ¿no ves que es muy independiente?'. También sin comentarios.


Supongo que esto me pasa porque mis primos pequeños ya han llevado a sus novias a casa y me sacan un poco de delantera y porque, siguiendo la estricta norma de mi abuela paterna y atendiendo a la edad, soy la siguiente en concertar fecha para la boda.


Y siempre queda repetir la frase manida y conformista del 'lo que tenga que pasar, pasará', el 'no ha llegado tu momento' o el 'ya encontrarás a la persona perfecta'. Ayer, paseando por la internete y gracias a un correo de mi Nico -muchos besos prenda-, encontré la mejor teoría, la respuesta perfecta, la explicación adecuada.


Para no repetirme y porque ella lo explicó tan bien que no me creo capaz de superar la teoría de los novios y los zapatos, os dejo el enlace:





Y para cualquier duda, mi foto.


PD: Bienvenida Nico. Te seguiré desde aquí.

martes, 20 de enero de 2009

Miradas


Hay miradas que matan, miradas oscenas, tiernas, amables, protocolarias, serias, esquivas...
Existen miradas que no llegan nunca, otras de las que debes escapar a cuenta de lo que sea y algunas que pasan totalmente inadvertidas.
Tropiezas con miradas inoportunas, desviadas, maravillosas...
Yo, a las ocho de la mañana y cargada de sueño, me conformo con una mirada del moreno del café con la leche fría. Ainsssss, con qué poco me conformo!!!!!!! Pero nada, que no hay suerte, que el muchacho no despega la vista de los titulares del periódico.
PD: A ver, señores periodistas, compañeros todos, os pido un favor: ¡Pal próximo lunes, que nadie escriba nada interesante!! Igual así...

domingo, 18 de enero de 2009

Gracias a todos!!!





GRACIAS A TODOS!!!!


No se me ocurre nada mejor que decir, hoy me siento un pelín torpe.




El viernes me hice un poco más vieja. 28. Nada más y nada menos. Un puñado de años que me acercan a la treintena pero que no impedirán que siga leyendo cuentos ni repitiéndole a la Mendo que ella ya no tiene edad de frases como "estoy desperdiciando mi juventud'. Yo, aún me las puedo permitir.


Hay gente que se toma los cumpleños como un trámite más. Quedan en un segundo plano los 'cumpleaños feliz, cumpleaños feliz...' desentonados, las velas, los deseos, las tartas, las llamadas, los regalos... A mí no me pasa eso. Me encanta que sea mi cumpleaños. Que me llamen, que me enciendan aunque sea una cerilla para ofrecerme la oportunidad de desear algo con los ojos bien cerrados.


Fue un día tonto en el curro aunque mucho más tranquilo que el resto de semana. Una comida frustrada en familia que se solventó con un sandwich rápido y una botella de sidra para eliminar el mal sabor de boca. Y una tarde, esta sí con la familia, para tomar café y tarta de queso con deseo incluído.


Y cuando pensé que la noche se me había torcido y repetí cuarenta veces eso de "oju, que triste, me he quedado sin amigos", aparecisteis vosotros. UNA FIESTA SORPRESA!!!!!!!


Gracias a los que hicisteis tiempo escondidos en una bar, a los que os metísteis unos kilómetros entre pecho y espalda para brindar conmigo, a los que metísteis el 'turno' en el curro para llegar a tiempo, a los que abandonaros el sofá y el resto de planes, a los que buscásteis canguro... A los amigos de siempre, a los de antes y a los de ahora, a los del curro que ya no es mi curro. A todos, gracias por estar, por alegrarme el día, por los regalos -preciosos, preciosísimos-, por brindar conmigo, por ir a un bar con difícil aparcamiento... Gracias por no olvidaros de mí. Gracias también a los que faltaron porque no pudo ser. Pero estábais. Brindé por vosotros.


Y gracias a tí, enana. Por organizarlo, por pensar en mí. Por las vueltas que diste para pagar el barril, por lograr que no me enterara de nada, por robarme los números del móvil para avisar a mis amigos, por distraerme en un bar para hacer tiempo "por si algún amigo se acuerda de ti y quiere una cerveza", por exigirme que me pusiera guapa en vez de dar el pijamazo.


Por la gracia que tienes, por la habilidad, por haberlos juntado -a los de aquí, a los de allí, a los de antes, a los...- Pues eso. Mil gracias a todos, a los que vinieron, a los que llamaron, y a ti, guachuza.






miércoles, 14 de enero de 2009

Una vez

Una vez, mi hermana pequeña me recomendó que me leyera 'Una vez'. Un libro que sigue la senda de 'El niño con el pijama de rayas', aunque con un toque diferente. No se trata de un libro para niños, es sólo literatura para todos los mayores que seguimos leyendo cuentos. Esos que nos regalan las amigas, que encontramos en las estanterías del cuarto de la casa de los padres...
Me encantó la portada. Me conquistó esa especie de lema del escritor: 'Todo el mundo merece que le ocurra algo bueno en su vida. Al menos UNA VEZ'. Ahora, me sirve de excusa para retomarle el pulso a este blog semiabandonado después de mis crisis con la conexión a Internet. Doble, en casa y en el curro.
Todo el mundo se merece que le ocurra algo bueno en la vida. Todos merecemos al menos un amigo incondicional en cada momento de nuestros años. Todos, nos merecemos un trabajo que nos mantenga la ilusión, un buen jefe y uno malo, para valorar al que nos valora. Todos, sin excepción, merecemos un hermano que te enseñe a ser hermano o alguien similar -leasé primo, amigo, tu tío el pequeño o el hijo de tu vecino-. Lo importante es aprender lo que sólo te enseña un hermano.
Al menos una vez. Todos merecemos que nos manden flores, nos regalen bombones y nos sorprendan con una declaración de amor desenfadada o seria, no importa. Y todos nos merecemos que, al menos una vez, no nos quieran. También, para que todo el círculo tenga un poco de sentido, merecemos no querer a alguien que nos quiere para entender que, cuando nos hacen daño, el otro tampoco tiene sobre su mesa un plato de buen gusto.
Todos merecemos un susto con el coche, una buena borrachera, otra mala. Al menos una vez en la vida... un viaje al extranjero, un amante guiri y un trasnoche con carcajadas. Merecemos visitas inesperadas y citas que parecía que nunca iban a llegar. Una buena peli con manta, sofá y buena compañía, una pizza a solas llorando a moco tendido frente a una americanada sentimentaloide y una llamada que te salve del caos emocional.
Al menos una vez, todos merecemos alguien que te haga especial y otra persona a la que resultes totalmente indiferente, para compensar. Todos merecemos cambiar el color con el que miramos a una persona, una deuda pendiente y alguna que otra bien pagada.
Todos merecemos guardar una foto dañada por el tiempo que nos recuerden que somos quienes somos por lo que fuimos en su momento. Y, para lo mismo, todos merecemos una comida dominguera con los amigos de toda la vida para cotillear, recordar, añorar a los que no están y sonreir hasta que te duelan los michelines.
Todo el mundo merece que le pase algo bueno en su vida. Al menos UNA VEZ. Elige lo tuyo. No importa. Seguro que lo tienes. Que lo has sentido, que lo has vivido, que lo has sufrido, que lo has reído o llorado, que lo has padecido y hasta, puede, que lo hayas olvidado. Pero pasa, pasó o pasará. Algo bueno. muy bueno. Al menos UNA VEZ.