miércoles, 18 de febrero de 2009

Palabras y palabros


El título de esta entrada parece como mínimo políticamente correcto, aunque nada tiene que ver con la superministra de igualdad. Los periodistas vivimos de las palabras (aunque a veces sólo nos peleemos con ellas y otras tantas hasta nos las comamos con papas en algún titular). Por eso procuro entender lo que me cuentan, traducirlo al vocabulario callejero y normal, y volver a soltarlas.


"Podemos coger los datos del paif, meterlos en un excell y compartirlos con el google calendar con colorcitos en cada uno de los hitos que vayan cambiando"


¿¿¿¿Manden????


Este párrafo, el que está en cursiva, ha sido la conclusión de unas horas de trabajo pensadas para simplificar el resto de horas que tendremos que pasar currando. Correcto. Perfecto. Una herramienta de trabajo, un nuevo mecanismo.... Correcto, perfecto.., si lo entendiera.


En el paif que nos mandaremos mediante san gogel aparecerán claves para empezar a trabajar. Se supone que yo sabré así si el PP-3 se hará por compensación, se ha terminado el PERI necesario para las VPA de la ARC del Albaicín, si el S-1 tiene listo el PP para desarrollar el PGOU y los plazos de licitación.


Servirá también para saber si la VPO es de módulo alto, si el proyecto de RA o AF tiene la OP lista o...


Y no es sólo que en estos lares se utilicen mucho las siglas (algunas de sobra conocidas, como la VPO o el PGOU), es que los términos, las frases, como en otras muchas profesiones, no hay quien las entienda


"Hemos preparado el lanzamiento, aprobado por el contencioso" ( y ahí estoy yo pensando si lanzaremos a un juez por un balcón), hasta que alguien dice: "no te preocupes, es una vivienda motorizada que no da problemas". y ahí está mi mente, imaginando una caravana con ruedas que acaba de pasar la itv y no va a dejarnos tirados en ninguna calzada...


Y todo, para que luego digan que los gabinetes de prensa vivimos mejor que nadie... Traductora me siento, señores. Ni periodista ni leches.


PD: Quería manifestar desde hace tiempo mis problemas con el lenguaje que me rodea desde hace unos mesos. Además, me flipó la foto, pero no la consigo con más resolución.

domingo, 15 de febrero de 2009

Y uno de los otros


Y los días malos pasan.


La respiración se calma, el dolor se arrincona y la rabia se tranquiliza.


Hay días malos que arañan el pecho, pero son sólo días malos.


Duran lo que duran. Dejan su huella, no es que no hagan daño, pero se superan.


Y vuelve a salir el sol



(En la foto, se ponía en una playa de Cádiz. ¡Qué grandes vacaciones!)

martes, 10 de febrero de 2009

Un día de esos

Hay días que prometen ser buenos y terminan jodidos.

Hay mañanas que descubres que quien tenía que salvarte hasta te molesta.

Hay tardes que recapacitas.

Hay noches que deberían pasar más rápido.

Hay veces que, simplemente, reconocer los errores no cambia las cosas. Hay veces que, tomar decisiones, sabes que sólo empeorará el tema.
Hay veces que, la gente decepciona y eso es precisamente lo que duele.

Hay veces que... la decepción, el error, el mosqueo y la sensación de haber fallado están demasiado dentro para echarle la culpa a otros.

Pero hay veces que de caer también se aprende. Puede que sea para bien. Aunque solo puede.


Esto suena ahora en el cuarto, aunque no termine de ser
http://www.youtube.com/watch?v=5Gm9wATAQLk

Recuerdos

Igual que cada silla tiene su persona favorita,
Cada persona tiene un dolor ajeno,
Cada dolor un pecho en que cebarse,
Cada pecho un lamento,
Cada lamento un ritmo acompasado,
Cada compás un tiempo.
Igual que cada silla tiene su persona favorita
Cada puñal tiene un sitio en que clavarse,
Cada sitio un reguero
De sangre coagulada por silencios,
Cada silencio un paso hacia el olvido.
Cada olvido cien amores eternos.



Lo he sacado de un rincón de recuerdos convertido en carpeta dentro del escritorio de mi ordenador. Era la respuesta a un jodido viernes, eso lo recuerdo aún. Era parte de un lote de grandes e interesantes conversaciones que prometimos convertir en un libro. Así se quedó. Aún, de vez en cuando, lo recuerdo.

Contesté así, unas horas después:

Ayer miré la luna. No estaba llena, pero yo completé la esfera para sentirme mejor. Funcionó. No sé por cuanto tiempo, pero funcionó. Y sigo pensando que la vida es bella, por qué no. Lo pensé cuando me estaba quedando dormida en el sofá, lo he pensado cuando he abierto un ojo en el mismo sofá. Lo pienso ahora y espero pensarlo también cuando vuelva a dormir esta noche. Igual, me doy antes una vuelta por es barrio, por los viejos tiempos.
(Estoy subiendo las entradas que, aún no sé por qué, se quedaron en el limbo)

Esa rubia (¡¡¡oe!!!)


Unas semanas antes de ceder mi despacho sin puertas y venirme al nuevo, del que aún no he hablado (no es el momento), me dio un abrazo. Fue una noche de la Feria de Baza, una noche de concierto, una noche en la que mi jefa nos presentó y ella se comprometíó a hacerme un hueco en su despacho.


Ya nos conocíamos pero yo no lo recordaba. Incluso, habíamos estado juntas de copas. Me había pedido un favor, me había dado su correo electrónico y yo había contestado a todo con malafollá accitana, que es incluso peor que la de Graná capital.


Se ha encargado de explicarme con santa paciencia lo que significan todas las siglas de mi mundo laboral. Gracias a ella, he aprendido lo que significa una RA, la AF, las NNSS, un PP y un SNU. En fin, lo dicho, santa paciencia.


Se esconde de mi objetivo cuando estamos currando y yo me esfuerzo en perseguirla para escuchar, después de su taconeo subiendo las escaleras, cómo la gente del curro le dice que sale guapa en la prensa.


La maritú he hecho que todo sea mucho más sencillo y tiene ese don de sonreir incluso cuando el día no lo merece. A pesar de todos los 'peros' del mundo, lo hace desde que llega al despacho, disfruta de su trabajo. Y hay días que ese trabajo no merece sus esfuerzos.


En estos meses, ha dejado grandes frases como "en vaqueros y zapatillas sólo se puede venir los viernes", me ha llevado a comer a un japonés, me hace sonreir cuando llegan los agobios de la agenda semanal...


Cuando empezamos a currar, un compañero al que no nombraré porque luego se me enfada, recordó que éramos totalmente diferentes. Entre copa y copa, me dijo que eso no era un problema. "Tú sabes que cada una tiene sus armas". Lo importante, ahora estoy convencida, está en que nunca las utilizaremos la una contra la otra.


Me invitó a su cumpleños, me dio una razón más para abandonar mi racismo contra las rubias, me emborracha lentamente y me cede su casa como mía para recuperarme de esas copas.


Y ahora, la actualización, que el blog me estapa boicoteando. Esto debió aparecer aquí colgado el 30 de enero.


Me ha enseñado nuevas frases, me aguanta, me acompaña en los cafeses, ha hecho que su pueblo me parezca mejor pueblo, me ayuda con los nombres cuando mi mente no da para más, comparte sus amigos conmigo.... y se merece esta foto. Podría decir otras mil cosas, pero... No le haría justicia. Merece la pena conocerla en persona.


Bsos


jueves, 5 de febrero de 2009

Esas mentiras

Tardó quince días en dejar de disimular. Cuando nos conocimos, todo era perfecto para mi amigo. Luego, como nos pasa a todos, dejó ver algunos de los 'peros' que tiene en su vida.
Todos queremos ser más altos, más delgados, más elegantes y más interesantes (quizá no todos, pero a mí me pasa). Él, quería un trabajo diferente. Siempre anda quejándose de lo poco que le gusta su curro, de lo chungo que es. Siempre se queja pero no hace nada.

Mi amigo me ha contado incansablemente las penurias de su puesto de trabajo. Habla de lo feliz que era antes, en aquellos años en los que hacía lo que le gustaba. No tenía un trabajo estable, uno que le durara más de dos o tres años, pero los disfrutaba mucho más de lo que disfruta ahora.
Cuando se envalentona, mi amigo siempre dice que un día de estos lo deja, que está hartico hasta doler, que se le hace insoportable levantarse por las mañanas pensando que, un día más, pasará las horas encerrado en algo que le hunde la mirada, que en los buenos días, sólo le deja indiferente. Triste. Siempre pienso que es muy triste.
En esta época de incertidumbre laboral hablamos mucho del tema. Y yo defiendo mucho su actitud, la de seguir en el curro, y hablo de lo valiente que es levantándose cada día para afrontar la misma rutina. Me lo he creido siempre. Cada día. Cada conversación. Cada borrachera. Cada disgusto. Me he creído siempre, sin lugar a dudas, sus argumentos.
Una vez al mes amenaza con irse. Se recuerda a sí mismo que no es feliz, lo cuenta en casa, a los amigos de confianza, y empieza a hacerse fuerte. Pero nunca se va. Sé que no le dejarían dimitir pero, cuando un trabajo te consume poco a poco, tampoco hace falta que te den permiso para irte.
He defendido siempre su postura porque tiene una hipoteca, un compromiso casi incaduco que tendrá que afrontar. Y una casa para toda la vida en una ciudad que no quiere perder de vista. Y, sobre todas estas cosas, tiene un compromiso. Es un tío de compromisos, cuando tiene que responder, comprometerse, estar ahí, está. Y punto.
Defendí esos argumentos porque sé (lo he sentido en mis carnes) que se complica irte de un curro cuando nadie se arriesga a echarte del todo.
Pero el otro día dejé de creerle. Son mentiras. Para contentarse, quizá. Puede que no le gustara su curro, pero tampoco está dispuesto a probar si le iría mejor en otro. Me di cuenta de golpe porque se presentó a la última entrevista en chandal. Y eso me hizo pensar.
Si no te gusta un curro, te vas a la hora justa de salir, no regalas un solo minuto. No hablas de lo que has hecho por la mañana ni explicas lo que harás las próximas semanas. No te presentas cinco minutos antes ni perdonas un solo día de asuntos propios. No te llevas trabajo a casa ni planeas cosas para los fines de semana. No. Al menos, no entra en mi mente.
Después de todo esto, llego a una conclusión: o mi amigo es un cobarde, o un mentiroso. Me gustaría apostar por lo primero y pienso en la segunda opción. Quizá, yo solo quería creer que era la primera opción.
En fin
En rachas malas, esta canción siempre me ha levantado el ánimo.
Soy torpe, no sé colocarla directamente, pero Fito merece que pinches el enlace
En una ocasión, un compañero de curro me dijo algo así como "lo jodido es, precisamente, decidir cambiar cuando todo parece estar bien. Lo jodido es irte sin que te ehen".
Pero hay quien se va