miércoles, 13 de febrero de 2008

El bisturí eléctrico

"Mi padre presumía de haber sido el primero en fabricar un bisturí eléctrico en España, aunque seguramente tomó la idea de una publicación extranjera... No olvidaré el momento en el que pronunció aquella frase fundacional:
-Fijate, Juanjo, cauteriza la herida en el momento mismo de producirla..."


'Juanjo', Millás, lo cuenta en el último ganador del Premio Planeta como una obsesión que se repite incansable durante todo el texto y que ocupa un lugar protagonista en la edición. Las acciones contradictorias del bisturí eléctrico, lo de herir y curar al mismo tiempo, se ven en esa cantidad de series de médicos y urgencias que ponen -para mi deleite, lo reconozco- en la televisión.

Todo el mundo vive, queriendo o no, su momento 'bisturí eléctrico'. Un instante de tu vida en el que te ves obligado a tomar decisiones que te abren una herida aunque sea sólo con la intención meditada de cerrarla. Como el bisturí de ahora, que te raja, te hiere -casi siempre para evitar un mal mayor, para remediar algo- pero, que a la vez que te hace la herida, te la quema para que no salga ni una gota de sangre.

Hay trabajos a los que hay que aplicarle un bisturí eléctrico para que no acaben con tu vida o tu salud mental, ocasiones en las que tienes que afrontar una lista del paro, un cambio de jefe o una decisión atormentada, hacerte la herida, para que tu mal empiece a curarse.

Hay malas amistades que uno debe aparcar para que dejen de crearte úlceras, para que no te corroan por dentro. Un poquito de bisturí eléctrico y todo arreglado.

Y hay relaciones a las que les tienes que aplicar este invento médico para que la enfermedad no se eternice. Momentos en los que, conocida la herida que cada uno tiene, analizada la enfermedad y estudiadas las consecuencias, lo mejor, -lo más valiente o lo más cobarde, según cada caso-, consiste en someterse al efecto de un bisturí eléctrico. Duele, pero se convierte en remedio. Duele, pero a la vez cura. Duele, pero puede ser la única salida.

Es como cuando uno se echa alcohol en una herida, como cuando te lavas los dientes con agua y sal para curar unos puntos. Como los sobres asquerosos de medicinas que tragas lo antes posible para, pasado el mal rato, sentirte mejor. Duele. Pero, a veces, es la única solución a males mayores. "-Fijate, cauteriza la herida en el momento mismo de producirla..."

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