lunes, 15 de diciembre de 2008

Una de guerras


Hace mucho tiempo que me 'apoderé' de la frase que pesqué por casualidad de la conversación de unos compañeros: "No te metas en guerras que no puedas ganar". Desde entonces, se ha convertido en una de mis filosofías de vida. Por lógica, por supervivencia, por coherencia... No sé.

Pero hay guerras y guerras. Lo cuenta también la sabiduría popular. Sí, esa que se sirve en pequeñas dosis escrita en los azucarillos junto al café matutino. No sé exactamente como es porque hace un tiempo que me pasé a la sacarina, pero es algo como "Nunca apuestes. Si sabes que vas a ganar, eres un tramposo; si sabes que vas a perder, eres tonto". Pues eso, lo que decía más arriba.

Hay guerras que se ganan poco a poco con logros minúsculos que casi nadie percibe. Nadie te felicita pero uno mismo sabe que la victoria se queda en casa. Existen las guerras de poder, las laborales, las de supervivencia, las sanas, las de amor y las vitales... y luego están las otras, las de verdad, las que dejan víctimas. Mejor ni hablar.

Uno afronta guerras que sabe que va a perder sólo porque no le queda más remedio. Otras, las he perdido por inconsciente, por confiar, por creer o por querer, que no siempre querer es poder. Ante otras, me he retirado justo a tiempo. A veces, porque sé que voy a ganar sin demasiado esfuerzo y dejar víctimas así no vale la pena. Y otras, porque nadie las gana, sólo hay 'bajas' o arrepentimiento, y no merecen la pena.

Y luego están las de bolazos de nieve un día inesperado en el que se te va la poca cordura que tienes como conductora y decides 'jugártela' un poco para jugar mucho. Me quedo con éstas. No sé quién gano, si mi guachuza o yo (creo que la derroté, pero en fin). Pero me encantó.

La foto la hizo mi hermana en uno de mis momentos de victoria para inaugurar diciembre, junto al Puerto de la Mora.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Esa primera vez

La primera vez es importante, al menos, si es la primera vez de algo importante. Yo ayer tuve la mía.
Lo típico, a estas edades que ya tiene una, es que la gente que te rodea tome tu primera vez a cachondeo. ¡Todos tienen una opinión! Y claro, para gustos...
Hay quien te dice que al final se le pilla el gustillo, amigas que te cuentan de manera detallada eso de "la primera vez no te va a gustar pero todo es cuestión de insistir" o las que avisan: "Puede que no te agrade mucho porque la primera vez es raro, pero en buena compañía seguro que lo pasas bien".
A lo que iba, que ayer tuve mi primera vez. Estaba todo planeado desde hace unas semanas, esperando a que se dieran las circunstancias. El lunes se confirmó la cita: "El miércoles, no te rajes. Avisa en casa que no aparecerás hasta tarde". Y así lo hice. Sabíamos el sitio, la hora y estába todo preparado.
Por la mañana, un café con una amiga me sirvió para pedir los últimos consejos y contar en voz alta que había confesado que nunca lo había hecho. Me gustó. Fue raro al principio pero me encantó. Fue diferente, sorprendente, lleno de contrastes y sensaciones, algunas ya conocidas de antes y la mayoría, nuevas. Muy nuevas.
Ya hemos quedado para la próxima. A finales de mes. Con buena compañía, la misma que ayer. Quizá, en el mismo sitio. Aunque recogidito, resultó cómodo.
A finales de mes, vuelvo a comer a un japonés. Me gustó. Y es que siempre hay una primera vez y, en lo de comer pescado crudo, habrá una segunda.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Envidias

El que no envidie a nada ni a nadie que tire la primera piedra. Yo me las quedo, no vaya a ser que caigan sobre mi tejado. Porque siento envidia, mucha, casi siempre, cada vez que lo pienso, y por mucha gente:
Envidio a la señora que limpia las escaleras de mi bloque. Porque sonríe. Siempre. Aunque le pise lo fregao a las ocho de la mañana. La envidio porque su marido le da un achuchón antes de entrar a trabajar al bar de abajo.
Envidio a la gente que es capaz de sonreir desde la madrugada, a esas horas a las que yo solo sonrío si me dicen que me han dado el día libre, me ha tocado la lotería o mi sapo se ha convertido en príncipe.
Envidio a la gente que lo intenta, que lo habla, que pregunta y lucha por sus cosas. Porque lo hace. Envidio a esas personas que si creen que puede ser, lo intentan una y otra vez hasta que duele. Y las envidio, especialmente, cuando saben curar las heridas, asumir los riesgos y las derrotas y abandonar una lucha. Una retirada a tiempo siempre es una victoria.
Envidio a Roberto, un tío guapo al que no conozco de nada pero al que esta tarde vi en la tele perder punto a punto en un concurso sin perder la sonrisa. Sentí que lo pasaba bien, que no le importaba. Lo envidio por eso.
Envidio a la gente que viaja mucho, envidio a los que saben idiomas, envidio el talento, a los que olvidan hasta tal punto que pueden volver a empezar, a llamar, a los que creen que pueden y pueden sólo porque se lo creen.
Y envidio otra inmensa lista de cosas, pero en fin. A estas horas, envidio a la gente que mañana no tendrá que madrugar. Como dice mi madre....
"Si la envidia fuera tiña... tos calvos'. Yo, la primera

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Gritos


Se despierta cada noche. Cada madrugada, la misma desesperación, la misma pesadilla, el mismo grito, idéntica angustia. Y vuelve a amanecer y queda el recuerdo de esas sensaciones, el malsabor de la intranquilidad y la conciencia de que, al caer una nueva noche, volverá a pasar lo mismo. Un grito, un desconcierto, una pesadilla...


Las pesadillas no son sólo cosa de niños, recuerda cada noche. Y busca, piensa, investiga la causa de esos gritos. 'Si conoces el problema, puedes buscar la solución', se repite cada noche al cerrar los ojos.


Pero existen pesadillas que no tienen 'malos' a los que combatir. Existen gritos que son sólo un extraño refugio. Aparecen noches en vela que no tienen ni la compañía de un problema, que no responden a nada. Más inútiles, más absurdas.


'No es por trabajo, ese tema está controlado. No es la familia, los amigos. Tampoco puede ser una rubia tirana lo que le quite el sueño'.


Y cada noche vuelve a cerrar los ojos con el convencimiento de que despertará con un grito. Uno de esos que te retuercen el alma y la cara, que te empapan de sudor frío y pegajoso, que te impiden respirar provocando que lo hagas a una velocidad vertiginosa. Hasta que vuelve la calma, el sosiego, y la desesperanza de despertar con la melodía del móvil a la siete de la mañana. Y no con un grito.


Las pesadillas. Cíclicas. Cansinas. Desesperantes. Inquietantes. Irremediables.


A las cinco de la madrugada volverá a pasar. Un movimiento brusco, una respiración profunda y un grito. Y entonces despertaré, consciente de que es solo una noche más. Le miraré recuperar el ritmo de la respiración, volver a conciliar el sueño y olvidar. Porque nunca recuerda el grito, nunca recuerda que se despierta, nunca responde a las preguntas.


Se despierta, grita, me muestra su cara de sufrimiento y vuelve a dormirse. Sin más. Sin que le afecte, sin que le importe, sin enterrarse. Sin responder, sin ayudarse y sin ayudarme.


Quizá sus pesadillas solo sean mías.


martes, 4 de noviembre de 2008

Ser la misma en otro lugar...


Vuelvo después de más o menos un mes de ausencia casi justificada, el tiempo justo para hacer balances, curar heridas, darle tiempo al tiempo y ordenar la mente, los recuerdos, las sensaciones y las simplerías que colocar en este espacio. Lo hago con la portada de este libro como excusa y como agarre para volver a contar mis cosas.
Se llama 'Princesas olvidadas o desconocidas' y cayó en mis manos de soslayo hace ya unos años. Se lo regalaron a mi Kuajariño. Es un libro lleno de ilustraciones y frases escritas con mimo, una especie de exposición de cuadros en miniatura para colocarla en la estantería, un regalo hecho con atención y cariño que todo el mundo merece.
Es de esos libros infantiles pero para gente mayor, un repertorio de recuerdos que mezcla las sensaciones que causan los cuentos de hadas que nos contaba la abuela y las recompensas que, quizás, merecemos de mayores aunque nadie nos las dé.
Me gusta porque no habla de princesas de cuento que comen perdices y viven felices, ricas, guapas, rubias, y con príncipe azul. Habla del resto. De las princesas con las que podrías compartir el despacho si esto fuera un cuento de hadas más. Guarda un lugar a las princesas gordas, a las calvas, a las sucias y a las enanas, a las que no se peinan, a las de cabellos indominables, a las que no tienen memoria, a las de gafas de culo de vaso, a las abandonadas, a las que duermen en setas, en árboles o en basureros. Hay de todo, para todos.
Por todo esto, en mi trozo de corazón ñoño pienso que todo el mundo merece que le regalen este libro, quizá porque me gustaría como regalo. Lo he regalado en varias ocasiones, la última vez, a mi guachuza.
A lo que iba. Reabro con su portada porque, la primera vez que lo leí, me quedé con una de sus frases: "Ser la misma persona en otro lugar, lo cambia todo". Escribo ahora que vuelvo a la ciudad de antes aunque sin ser la misma, ahora que soy la misma que hace unos meses, pero en otro lugar. Solo queda esperar que el final también vaya de cuento. Ya os cuento .

viernes, 3 de octubre de 2008

Y cierro el despacho


Después de un año y cuatro meses de trabajo, cierro mi despacho. Me he quejado mil veces de que no tengo ni puertas ni intimidad pero ahora, haciendo limpieza e intentando poner orden para el que venga a sustituirme, me da una pena...


Cierro mi despacho porque me cambio de curro, de ciudad, de compañeros, de perspectivas... Sé que el nuevo, al que llegaré el lunes, tiene puertas y ventanas pero ahora no sé si me voy a acostumbrar.


Llevo una semana despidiéndome de gente, comiendo, cenando, bebiendo y bebiendo. Me llevo de este pueblo al que le he hecho un hueco en el corazón miles de cosas. Gente a la que espero no ver demasiado, algunos amigos, un puñado de compañeros a los que echaré de menos, miles de recuerdos -buenos y malos, por supuesto-, muchas frases aprendidas, algunos consejos, añoranzas...


Sólo por un par de personas, este tiempo aquí ha sido y será siempre maravilloso. Se puede soñar y hacer los sueños realidad. Se puede abrazar hasta que duele, se puede querer sin querer querer. Se puede.


Aquí he redescubierto que hay gente que te toca la mano y te llega al alma, amigos que, aunque no llamen, están y estarán para siempre. He conocido el valor de las puritas -madre mía, que pastel más bueno-, he sobrevivido y me voy. Me marcho porque quiero, porque puedo, y no descarto volver. Me marcho para que algunos puedan brindar a costa del 'tanta gloria lleves como descanso dejas' pero 'otros vendrán que buena me harán'.


Y poco más. Bueno, mucho más pero no es plan de seguir...


La foto, la última en mi despacho sin puertas, deja el olor alegre del ramo de flores que me han regalado hoy mis compañeros. Eso, y un reloj, para ver si empiezo a mejorar en lo de la puntualidad.


Gracias a los que han hecho que estos meses valgan la pena. Al resto... ADIOS

jueves, 2 de octubre de 2008

Las cosas de un ayuntamiento



El señor Manuel Quirante, el de la foto, se ha convertido en una de las principales torturas de mi paso por este 'bendito' ayuntamiento. Como portavoz del equipo de Gobierno, se supone que era mi punto de apoyo. Pero él es "la alegría de la huerta". Lo dice cada vez que le recordamos la mala follá que tiene, sus borderías...


Pero, de vez en cuando -si mi jefe está ocupado-, me lleva a tomar café. Ha sido el único capaz de apostar conmigo, perder, y costearme todas las copas de una noche, aguanta mis quejas, mis protestas y mis malas convocatorias -"los viernes por la mañana no convoques, por lo menos el viernes depués de pleno"-, viene a mi despacho sin puertas a fumar y aunque protesta, sé que me echará de menos.


El otro día, fue el responsable de la foto del monumento a la silla. Hoy, después de una borrachera, me ha reprochado que no ponga una foto suya ni diga que él es de los que merece un monumento.


Para echar otras risas, me ha mandado un correo con lo siguiente:


A la puerta del Excmo. Ayuntamiento, se produce el hallazgo de un bebé abandonado. Después de asear y alimentar al bebé, los funcionarios se lo entregan al Secretario. Al cabo de unos días el Secretario emite una nota:

De SECRETARIO para R.R.H.H.

Acusamos recibo de un recién nacido de origen desconocido en la puerta de este consistorio. Formen una comisión de investigación para determinar:

A/ SI EL 'ENCONTRADO' ES PRODUCTO DOMÉSTICO DE ESTE AYUNTAMIENTO .

B/ SI ALGÚN FUNCIONARIO DE ESTE AYUNTAMIENTO SE ENCUENTRA INVOLUCRADO EN ESTE ASUNTO.

Firmado: EL SECRETARIO .

Al cabo de un mes la comisión emite un comunicado:

De COMISIÓN DE INVESTIGACIÓN para SECRETARIO .

Tras cuatro semanas de investigación, esta comisión concluye y le comunica que el hallazgo NO PUEDE SER producto de este ayuntamiento por las siguientes razones:

A/ Aquí nunca se hace nada por placer ni con amor.
B/ En esta Entidad jamás dos personas colaboran íntimamente para hacer algo positivo.
C/ Aquí nada de lo que se hace tiene pies ni cabeza .
D/ En nuestros archivos no consta nada que estuviera listo en tan sólo 9 meses.

Firmado: LA COMISIÓN


Lo peor es que podría ser real

jueves, 25 de septiembre de 2008

Monumentos



Hay personas que se merecen un monumento por su paciencia.




Hay monumentos que merecen paciencia para contemplarlos.




Hay profesionales que se merecen un monumento por el buen trabajo.




Hay hombres -y mujeres- que están para hacerles un monumento...




Y luego... está este 'monumento a la silla'

La foto me la ha pasado uno de mis concejales esta mañana y nos ha ayudado a pasar un buen rato. Cosas que pasan. Sobre una cabina, en la Plaza Mayor, a plena luz del día...

Lo raro es que ninguno de nosotros lo vimos. Hasta que llegó la foto...

(Felicidades al autor que, como no lo conozco, pues no le respeto sus derechos

martes, 23 de septiembre de 2008

Lo bueno y lo malo


Hay días como el de hoy que amanecen nublados pero con la expectativa de acabar mejor de lo que empezaron. En esta ciudad, como en media España, llueve aunque sin ganas para celebrar que ya ha llegado el otoño. Una estación que suena a triste pero que ofrece un reguero de colores maravillosos.


En jornadas como la de hoy, el café me sabe un pelín más amargo y, además, activa mi mala leche -desnatada y fría, pero mala leche-. Y todo, porque descubrir que tienes más enemigos de los que pensabas jode. Pasajeramente, pero jode.


En momentos como este, me acuerdo de una de esas frases que te suelta el jefe un día de bajón: "si todos te critican, algo estarás haciendo bien". Vivo uno de esos momentos en los que todo el mundo opina de lo que has hecho, lo que has dejado por hacer, los logros, los fallos, las pausas... Y es mentira que de los 'muertos' siempre se hable bien. Hay gente que los mata antes de que les toque soltar su último aliento.


Y como ni me apetece ni merece la pena hablar de los que me critican, hablaré de la gente que hace que las cosas merezcan la pena. Como Ricardo.


Llegó un verano a este 'bendito' ayuntamiento con preguntas de las problemáticas que soltaba en mitad de una rueda de prensa. En su mirada se nota que es bueno, que no te soltaría nunca una puñalada trapera. Pegado siempre a su cámara de fotos, nos hemos encontrado en plazas, partidos de fútbol, cafeterías y mañanas laborales.


Me escribe correos desde sus tierras catalanas deseando volver a Baza, siente pasión por este pueblo rancio repleto de gente buena al que, a veces, llamo 'mi pueblo' con traición a Guadix y sin querer. Fue pregonero durante la Feria 2007 y en un café laboral para hacerle una entrevista, logró un hueco en mi corazón. Es más de lo que han hecho muchos de los que están aquí todos los días.


Ha vuelto a sus clases en su otra tierra sin que nos demos un abrazo porque, igual que a mí, no le gustan las despedidas. Fue el primero en hacerme sentir nostalgia de algo, no sé de qué, pero me removió por dentro. "Todo el mundo dice las cosas malas y creo que también hay que decir las buenas", me soltó en un café rápido y con interrupciones.


Porque sé que te hablan mal de mí y, a pesar de eso, me defiendes. Porque volveré a tomar café contigo, a pesar de lo que venga. Porque me debes unas fotos de tu exposición, que no lo he olvidado. Porque te voy a seguir siempre. Por las despedidas que no nos gustan y porque aún tenemos una comida pendiente. Sé feliz, yo me esforzaré en hacer lo mismo.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Personas


La vida está llena de historias, de las historias de personas que se cruzan en el camino de cada uno de nosotros con mayor o menor fortuna. Cada uno, para bien o para mal, te cambia el carácter, te mejora o empeora un desayuno, te alegra una mañana o te jode un minuto de tu existencia.



Y están ahí, como la Luna, los veas o no los veas.


Aprovecho que mis lectores son reducidos y de confianza para hablar de personas. Cualquier relación de nombres será solo una cuestión de azar. No hay que buscar más allá.

Mi guachuza siempre me dice que no tengo alma. No la tengo por atea, por llorar cuando pasa algo por falta de fe. Qué se le va a hacer, soy así. Pero tengo corazón. Lo sé porque últimamente lloro viendo la tele con historias que no son mías, me emocionan canciones de la radio y sueño con todos los familiares o amigos que ya no están.

Cuento esto para empezar hablando de mí y seguir así hablando de otros.

Conozco a María desde que nací. Más bien, ella me conoce a mí desde entonces y yo desde que tengo memoria familiar. Es una santa. En casa, siempre lo decimos. Con ella no basta decir que se ha ganado el cielo. Yo siempre preciso, se ha ganado una puerta enorme solo para ella, para que llegue por una entrada VIP y suba hasta el paraiso celestial por unas escaleras mecanicas en plan 'corte inglés'. Se lo ha ganado por paciente, por constante, porque nos hace reir como nadie más y porque aguanta lo que aguanta en casa.

Conocí a Ángel hace un gran puñado de años. Ángel porque tiene ángel en la mirada, porque tiene cara de triste pero le brillan los ojos. Es de esas personas de las que te acuerdas a pesar del tiempo porque soñaba con ser director de cine y se conformó con montar un videoclub. Y no lo hizo por falta de talento, sé que lo tiene. No lo hizo por falta de ambición, de ganas, de medios... Lo hizo porque se conformó con ser lo que la gente esperaba que fuera. Y de él, esperaban un videoclub coqueto y solvente. Nada más.

Sonia va de dura. Pasea por el curro presumiendo de sus borderías, ofreciendo desaires y escondiéndose en las barras de un bar cuando todo el mundo se coloca a bailar en el centro de la pista. Pero todo es fachada y si sabes como hacerlo, logras que baile contigo.

Y podría seguir, y seguir, y sería eterno. Porque por mi vida ha pasado gente que quería vivir en una gran ciudad cerca de un aeropuerto para poder recorrer el mundo, y se ha hipotecado en un puñetero pueblo aislado de casi todo como si estuviera en una cárcel de oro. Personas que pasean medio desnudas cada día para que nadie las mire por dentro, gente que se sienta a tu lado porque se conforma con pasar un rato sin más, mirando como trabajas. A eso, aún no sé cómo responder.

Personas, a las que ves. A las que no ves. Que te marcan. Que te hieren, que te curan. Que te dejan cicatrices y te las borran.




miércoles, 17 de septiembre de 2008

Por fin el fin


El que me acompaña en la foto se llama Manolo Zafra. El coordinador de Juventud del Ayuntamiento para el que trabajo se convirtió en la primera cara que recuerdo de esta ciudad -quitando a mi jefe, claro- y me ha acompañado hasta que el cuerpo aguantó en la última madrugada de estos duros días de Feria.
384 horas.


Dos ferias, 16 días. Y, por fin, el fin.


Ha sido una Feria de visitas, de regalos por el santo, de comidas familiares, de comidas con amigos, de noches de juerga, de sopresas, de pinchitos y tercios, de copas y más copas, de abrazos y de despedidas silenciosas.


He ido a los rejones -a merendar, basicamente-, he pasado por casi todas las casetas del ferial de Baza, he dormido hasta las 14:30 horas para recuperarme de noches que acaban a las ocho de la mañana, y ayer, por fin, me eché una siesta reconstituyente que me dará energía para lo que queda de semana.
De todas las fotos de estos días, me quedo con Zafra por la constancia. Porque me ha llevado a desayunar, porque abandona el gimnasio cuando le invito a cañas, porque ha prometido llevarme a cenar a las Siete Fuentes, porque la única noche que subió al ferial, me llamó.
Con mi Zafra -el 'mi', con permiso de Lola y de Marco- he ido a la verbena de Las Cuevas, nos han echado de la Solana a las cinco de la tarde, me ha traído 'chuguarmas' para cenar en las noches de mucho curro en el Ayuntamiento, me ha escuchado en los días chungos, me ha cuidado, me ha aguantado y, por si todo esto fuera poco, es de los que te trae una copa y baile contigo.
Es, sin duda, de lo mejorcito que he encontrado en Baza.
Ahora que toca hacer balances, mi humilde homenaje a este gran hombre. Porque la Feria, sin las dos borracheras que hemos pasado juntos, no habría sido lo mismo. Nos vemos en un bar.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Otro tipo de guerra


Mañana termina la feria de mi pueblo y empiaza 'mi' otra Feria, la de Baza. Por eso, mis neuronas y mi corazón han llegado a un pacto de no agresión. Abandono por tanto las decisiones importantes, las reuniones trascendentales, los quebraderos de cabeza...



Desde mañana, mi cuerpo serrano se va a dedicar casi exclusivamente a beber y trabajar, trabajar y beber, sobrevivir a diez días de Feria casi interminables. Desde el martes, mi menda tiene horario de feria que me permite no pasar por este 'bendito' Ayuntamiento hasta las diez de la mañana y marcharme hasta el primer chiringuito con pinchos a las dos en punto. Eso en teoría, claro. Porque tendré que ir a hacer foticos de damas, pregones, concursos, comidas y eventos varios.


Todo empieza mañana, el día seis a las seis, con el Cascamorras. Es como yo, una fiesta que va y viene de Guadix a Baza y de Baza a Guadix, y que se mete en guerras en los dos sitios. Una preciosa batalla de pintura -negra en Baza, azulete y rojo en Guadix- que te ofrece sentimientos, agujetas y dosis de desengrasante y ducha inigualables.


El año pasado, mi primer año de Cascamorras en Baza, lo viví con mi guachuza, Cobo, Mendoza y Amanda celebrando la despedida de soltera de esta última. (CHICAS, OS ECHO DE MENOS). Este, me voy de boda, sniff, sniff.


Os recomiendo que paseis un seis de septiembre en Baza o un nueve en Guadix. Sobrecoge -al menos a mí, puede que no sea objetiva-, ver a miles de personas convertidas en una mancha negra bajando de las Arrodeas de Baza, asombra contemplar la imagen imponente de la catedral de Guadix junto a miles de corredores. Emociona arrodillarse con el baile de la bandera y jode, por qué no decirlo, ser de Guadix, correr en Baza, y escuchar el tradicional 'Y no se la lleva, y no se la lleva' o el dañino 'accitano el que no vote'.


Lo recomiendo.


Bueno, pues eso. Dejo las dudas y los sueños guardados en el tercer cajón de mi despacho sin puertas con las ideas mucho más claras y los objetivos mejor enfocados, y me dedico a la diversión.
Se aceptan visitas, se esperan visitas.


La foto la hizo mi guachuza el pasado año. No pongo una nuestra por no asustar, juas juas.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

¿Dudas? ¿Deseos?


"Ten cuidado con lo que deseas porque se puede hacer realidad"


Esta vez, estoy segura de ello, se trata de un proverbio chino.


Lo malo de pedir un deseo que te complica la vida llega precisamente cuando te lo conceden. Y es entonces cuando lo único claro que te ronda la cabeza es la idea de "con lo bonica que estoy callá, pa'que me meteré en líos".


En esas ando, que se le va a hacer.


Y cuando llegan épocas de cambios, de decisiones, de follones, lo único que tengo claro es que estoy jodidamente liada. Soy así, qué se le va a hacer.


Pedir consejos suele ser otro error. Tome la decisión que tome, el acierto será compartido y el fallo me lo comeré solita. Y pasa como con las conversariones. Si dos personas dialogan, se entienden. Si se mete una tercera persona, la cosa se complica. Y ya, si todo el mundo se pone a hablar al mismo tiempo y cada uno cuenta su propia película, lo único que sacas en claro es un fuerte dolor de cabeza.


En fin, sigo con mis dudas y mis deseos, y mis proverbios, mis ferias, mi faena...


lunes, 1 de septiembre de 2008

Morriña de vacaciones



Dice un proverbio chino -quizá fuera de cualquier otra cultura, pero ahora China está de moda-, que al menos una vez al año hay que visitar una ciudad que no conozcas. Mi periplo vacacional me ha llevado hasta muchos de esos sitios por los que nunca había parado. Me quedo con Galicia, con las carreteras infernales y verdes que desembocan en playas asombrosas, con el buen vino blanco, el pulpito y la compañía inmejorable.
Ahora ya de vuelta al follón de las ferias, las ruedas de prensa y el horario de trabajo, siento morriña por Lugo. Aprendí que la muralla es la calle transitable más alta de Europa y que cada una de las miles de piedras que la conforman representan un deseo que se ha cumplido o que puedes pedir. Yo ya tengo mi piedra y mi deseo.
El viajecito me ha dejado un puñado de anecdotas que iré contando en cuanto ordene mi mente y las fotos. Nos perdimos de vuelta a casa desde A Coruña, paramos en la carretera para dejar pasar a un caballo salvaje, nos emborrachamos hasta la saciedad -que mala estaba, madre mía-. Aprendí que hay gente maravillosa que te lo ofrece todo a cambio de nada y deseché deseos, porque ni los merezco ni me convienen. En fin.
Estuve a punto de perder el avión de vuelta, me dieron ganas de buscar un trabajo en Lugo y aprender gallego, y presencié un accidente. También he aprendido el concepto de 'aldea' y al pagar en el peaje me contestaron con un 'graciñas'.
"Te pago lo que te debo, pero quedaté", me dijo la Pavli la noche antes de irme. "Más te debo yo".
Ahora, me quedan los conjuros con las meigas y la morriña. Y una promesa: volveré pronto.
La foto es de la Pavli mientras yo intentaba llevar el tamagochi de alquiler hasta el punto de destino.

domingo, 10 de agosto de 2008

Mis vacaciones


Mucho coche, camping, hotelitos y pensiones. Hemos pasado por autopistas, autovías, carreteras nacionales, comarcales y algún que otro camino que no sé muy bien como calificar.

Lo hemos pasado muy bien.

Cuando acaben las vacaciones, descarguemos las fotos y hagamos balance, ampliaré la información. De momento, coloco aquí nuestro particular mapa de las vacaciones.

Lo mejor, como siempre, la compañía.

Aún me queda una escapada antes de volver al curro, je je. Esta vez, dejo aparcado el coche. La ida, en tren y bus; la vuelta, en avión. Cuidado Pavli, que voy. bsos

lunes, 14 de julio de 2008

Se busca destino para las vacaciones


Me voy de vacaciones. Casi. Ya estoy en la última semana de curro, esa en la que se acumulan las cosas pendientes y desaparecen las ganas de hacer algo productivo, en la cuenta atrás. Y pido ayuda.


Le dedico una semana/ diez días a mi guachuza, un tiempo en el que nos vamos las dos a pelearnos, perdernos, volver a encontrarnos, trasnochar, quemarnos, malcomer, maldormir... Y aún no tenemos destino. Por eso, espero sugerencias.


-Nos da más o menos igual ir a la playa o a la montaña, pero tenemos poco dinero


-El verano pasado estuvimos por las playas de Cádiz y pasamos por Málaga, buscamos opciones nuevas.


-Mi guachuza no tiene carné, así que soy la única conductora. Pido rutas que se puedan hacer sin que mi cuello sufra demasiado.


-Yo soy despistada y mi hermana no ayuda demasiado. Solicitamos cosas sencillas.


Agradeciendo de antemano las sugerencias, reciban un cordial saludo


(puff, cuanto protocolo)

jueves, 10 de julio de 2008

La lista de las listas


Tengo el despacho decorado con una enorme lista de cosas pendientes, de esos encargos que debo completar antes de mis ansiadas vacaciones -ánimo, María, ya queda menos-. Tengo una lista de teléfonos de personas que me llaman, me tutean, me despistan, y a los que no conozco de nada.


Tengo listas de casi cualquier cosa. Olvido la de la compra todos los martes y recuerdo haberla dejado encima de la tabla de la plancha cuando estoy cruzando la puerta del Mercadona. He memorizado en el móvil la de los medios locales, para cuando anulo convocatorias media hora antes de la rueda de prensa. Tengo un listón de amigos a los que prometí llamar 'mañana', pero ese mañana nunca llega. Tengo otra, más pequeña, de gente a la que llamo a deshoras porque me calman del insomnio.


He elaborado mi lista de cafés inútiles, de borracheras perdidas, mi listín de buenos momentos y mi recordatorio de sueños pendientes. Al final, la vida se limita a hacer listas en las que marcamos cosas, personas, números, sueños, vacaciones, amigos, enemigos, curro y médicos. Otra cosa es que las miremos, que las sigamos. Tengo una lista de canciones preferidas, películas melancólicas, ciudades por las que he pasado, temas de los que he escrito, momentos felices, tiempos para olvidar, libros que regalar, libros que comprar...


A estas horas, tengo una lista de ejercicios que superar cuando llegue al gimnasio. Antes, tendré que terminar la lista de encargos del jefe 'para ayer', estudiar la lista de llamadas perdidas con la que he acabado la jornada matinal y comprobar si alguna merece la pena. Tengo también una lista de sitios a los que podré ir estas vacaciones, amigos a los que quiero ver antes de que ese descanso llegue, apuestas que he perdido, apuestas que no he cobrado. Y me pregunto, bajo los efectos de un insomnio demasiado largo, ¿en cuantas listas estaré?


Sé que estoy en la de personas de confianza de mi jefe, en la de abrazos de mi madre, en la de 'te echo de menos' de algunos amigos y la de 'dime algo que me anime y recuérdame que esto pasará' de otros y en la de 'nos vamos de cañas' de otro puñado. También me he colado en la de 'te deseo tal maldición' de unos, 'te deseo que seas feliz' de otros, y, en la lista de las listas imposibles de algunos.


Y tengo claras algunas cosas: no me gusta estar en la segunda lista, en la lista de espera, ni en la lista de promesas que nunca se cumplirán. Creo, que tampoco quiero estar en la de esperanzas. Al final, el que espera desespera.

miércoles, 9 de julio de 2008

Lo bueno de las bodas


Tengo esa edad -creo- en la que todo el mundo decide casarse, firmar contratos indefinidos, comprar una casa, aceptar hipotecas y pasar Nocheviejas con los suegros. Hemos dejado atrás la época de quedar en el parque a comer pipas y cotillear de ese niño al que pensábamos que amaríamos durante toda la vida. También han quedado atrás los años de litronas en el Tirapiedras jugando al duro para pillarse una borrachera tremenda con quinientas pesetas. Ahora, hemos cambiado todo eso por bodas y bautizos. Cada edad lleva lo suyo.


Reconozco que no me gustan las bodas, quizá porque todo en exceso cansa y a todo el mundo le ha entrado ganas de jurarse amor eterno.


Pero tienen cosas muy buenas. El sábado se casaron Isa y Eduardo. Ella ha pasado horas y más horas esperándome para ir al colegio, nos hemos peleado decenas de veces, hemos perdido el contacto, nos hemos confesado secretos inconfesables, he pasado vacaciones con ella y sus padres en la Alpujarra y he dejado -lo reconozco- que algunas veces se me olvide lo importante que ha sido en mi vida.


Después de toda una vida juntos, el fin de semana se casaron. Lo bueno de estos bodorrios está precisamente en que nos volvemos a ver todos. O casi. Y, además, pensamos en los que no están, sea por el motivo que sea.


Con las chicas de la foto, mis amigas del colegio, las de toda la vida, he pesado la parte más importante de mi vida. He llorado por ellas, he reído con ellas y, lo más importante, soy lo que soy por las horas que pasé con ellas.


Nos vemos de higos a brevas pero, en el fondo, siempre nos quedarán las miles de anecdotas, los recuerdos, los fines de semana de Feria, los botellones a bajo cero en los soportales de la Plaza de las Palomas en Nochebuenas, las vacaciones... El sábado, volvimos a bailar hasta la madrugada, a recordar momentos casi olvidados, a brindar por las bodas que hemos compartido y las que aún nos quedan por compartir.


Algunas ya se han casado, otras lo van a hacer este mismo verano; en el grupo, hay quien ya ha creados su familia y su futuro sin necesidad de pasar por el altar, quien lo intentó a su manera y se equivocó, y los que no lo han hecho -no lo hemos hecho- ni falta que importa que diría mi hermana.


Lo mejor de estas citas queda en las sonrisas sinceras, los momentos de ponerse al día, las promesas de vernos más -aunque luego no las cumplamos- y, especialmente, en que todos sabemos que queremos seguir viéndonos, aunque sea de boda en boda.


Cada una de ellas, de las guapísimas de la boda, ha marcado un poco lo que soy ahora y por eso se merecen este momento personal de nostalgia. No creo que me case pero, sé, que me gustaría que estuvieran.

jueves, 26 de junio de 2008

Licencia para rectificar


Me compré una casa hace unos años. No era algo que tuviera previsto, no se trató de una compra pensada, madurada, pero me lié la manta en la cabeza, tragué como pude las complicaciones de las polizas, las hipotecas y los euribores y eché la firmita. Desde entonces, tengo un compromiso casi incaduco con un montón de paredes que me parecieron, en su momento, la mejor respuesta a mis necesidades.


Tengo una casa. Es una gran casa, en todos sus sentidos. Mi pequeña gran mansión tiene todo lo que cualquiera desearía: tres habitaciones, dos cuartos de baño, una cocina que me llena de vida, un enorme salón con vistas y hasta un jardín.


Mi casa podría ser la envidia de cualquier persona. Pero tiene sus peros, claro. Me compré mi casa, hipotequé mi vida y empecé con mi proyecto personal. Me empeñé en recorrer decenas de tiendas de decoración para convertirla en un hogar, escogí con cuidado el color de los platos y una docena de vasos a juego para atender a los amigos en un reguero de visitas que había imaginado.


Me afané para lograr que la casa me hiciera suyo, me acogiera en su seno de hormigón y tejas, me adoptara como a un hijo pródigo, o algo así. He comprado cortinas, he buscado lámparas, he enmarcado las fotos que me hacen feliz y he dedicado euros y tiempo en comprar velas, colocar macetas y acomodar el aloe vera que aún sobrevive a mis descuidos permanentes.


Pero ahora, unos años después, no me adapto a mi vivienda y, sobre todo, ella no se adapta a mí. No logro que la hierba del jardín permanezca verde, el aloe me mira con cara de pena y las paredes se empeñan en librarse de mis retratos con cara de niño bueno y feliz.


Creo que está celosa. Y todo, porque sabe que le he echado el ojo a un apartamentito del centro. No tiene la misma buena planta que mi super mansión pero me ofrece un algo, no sé. Es pequeña, más vieja, destartalada, con una gotera junto al minibalcón con vistas al centro y algo fría pero... No sé.


Y ahora, ¿qué hago con mi hipoteca milenaria? ¿Le busca otro inquilino para llenar su vida y la abandono por una apuesta menos vistosa? ¿Se pueden rectificar las decisiones a largo plazo?





La imagen es de Manuel Vela, un pintor de mi pueblo. Se llama 'En construcción' y ha sido la musa de este montón de letras. Lo aclaro, todo es ficción. No tengo casa, aunque si sumo el pisito alquilado, mi casa -la de mis padres- y la de Granada, me doy por satisfecha. Otra aclaración, solo hay dos cosas reales:


-Tengo una cocina maravillosa.

-Las casas son las que te aceptan. Ellas te compran, nunca pasa al revés.


Y añado una conclusión: todo el mundo tiene la posibilidad de cambiar de idea, licencia para rectificar, derecho a modificar su vida y su casa, por muchas hipotecas que existan.

jueves, 19 de junio de 2008

Y el tiempo pasa


El lunes hizo un año. Parece que fue ayer, pero han pasado doce meses de despacho sin puertas, cambios de vida, nueva ciudad, estreno de curro... y otras cosas.


El lunes hizo un año. Un día 16 de junio me presenté en este ayuntamiento para observar aún desde lejos la toma de posesión de los 'locos' que me quitan la paciencia y la razón, y que se han convertido en algo parecido a compañeros de trabajo, muy diferentes al resto de compañeros que he tenido.


En esta ciudad, fea pero con encanto (que me perdonen todos los bastetanos), he pasado ya un montón de días, un reguero de viajes de ida y vuelta, siempre con la maleta a cuestas. Me conozco los bares más decentes, he comido en los mejores restaurantes, he visitado casi todos los antros y hasta me han echado ya de algún garito.


Aquí, he aprendido que hay mucho modelos de jefe, y con esto no quiero decir que ninguno de ellos sea mejor que el resto. He aprendido a respirar un puñao de veces antes de mandar a la mierda a alguien, he entendido que hay cafés necesarios, obligatorios, agradecidos, de compromiso, de los que te salvan el día y, otros, que nunca debiste tomar.


En mi nueva 'ciudad', he combatido una plaga de hormigas, he sufrido un frío infernal -suena raro la combinación de palabras, ¿no?- y, con solo doce meses, ya tengo algún amigo, un par de apoyos, he vivido alguna despedida, he tenido visitas y me he trabajado algún enemigo.


He aprendido a diferenciar los anejos, a saber por dónde me la van a colar cada uno de los medios, el perfil bueno de cada concejal, donde están el U-3, el U-7, el U-9 y el U-13 (o eso creo) y algunas cosas que me hubiera gustado no tener que saber. Y hago balance, como toca en cada aniversario. Y no me arrepiento. Y no me alegro. Y no sé exactamente qué sentido tiene hacer este tipo de balances.


Han pasado doce meses. Puedo contar la gente a la que admiro y por la que siento cariño sincero e incondicional con una mano, y me sobran dedos para fumarme un cigarrito. Pero haberlos, haylos. He gritado, he odiado, he llorado -de alegría y de pena-, he tropezado, me he levantado y sigo aquí, en un despacho aún sin puertas pero al que le he tomado cariño.


Ahora, toca otro tirón de meses hasta el próximo balance, hasta el próximo cumpleaños. Me agobio cuando repito temas que ya hice el pasado año, me desespero cuando las cosas van tan lentas, me 'encabrono' cuando empiezan los mareos de Sevilla porque viene una visita de la Junta. Pero me salvan las cañas de las tres menos poco de la tarde acompañadas de una sonrisa, me amparo en las llamadas oportundas, sobrevivo. Lo peor, que son los comienzos, ya ha pasado.


Y estoy, que no es poco.

martes, 3 de junio de 2008

En pequeñito

"Bastante tengo con lo que no tengo". Se llama Ajo, así, sin más, y hoy le dedican la contraportada del El País.
Esta joven ha conseguido vivir de algo tan pequeño y tan grande como la 'micropoesía' y defiende que, en muchas ocasiones, no hace falta un verso largo para contar algo que todo el mundo siente. Me ha gustado la contra y, especialmente, su capacidad para convertir en un trabajo una retahíla de frases de esas que todos podemos contar, pensar o improvisar.
Pero no hay que quitarle mérito. Ha recogido sus 'micropoemas' en un libro que ha vendido más de 4.000 ejemplares, una cifra grande en los tiempos que corren. Os recomiendo que le echeis un vistazo.
Dice que 'te regalan miedo y te venden seguridad', escribe amor con hache, HAMOR, porque asegura que para torear en estas plazas hay que utilizar el humor y da conciertos.
La calidad de sus versos la dejo al juicio de cada uno de vosotros, que para gustos...
Destaco un par de ellos que me han hecho especial gracia:
"Siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre... y a pesar de todo, me parece poco"
"Todo el mundo va a lo suyo menos yo, que voy a lo mío"

viernes, 30 de mayo de 2008

No va en el sueldo


La imagen de este post ilustra la cara de asombro, desesperación, perplejidad, impotencia y un montón de palabros más que se le quedó a una servidora en el último pleno municipal que se celebró aquí, donde trabajo.


Mi anterior jefe me decía cada vez que me levantaba un fin de semana o me colocaba un marrón eso de que "va en el sueldo". Lo he aceptado siempre, pero a medias. Mi sueldo no es tan amplio como para aguantar ciertas estupideces.


Un gabinete de prensa se dedica a contar las historias políticas que lleva a cabo un ayuntamiento, con más o menos atino, con mejor o peor calado mediático, y poco más. Así lo veo yo. Y en ese Ayuntamiento existe un equipo de Gobierno, el que te contrata -el que me contrató como personal de confianza eventual hace casi un año-, y una oposición.


Nunca me he tomado demasiado en serio la política, quizá por eso me decían con sorna y un eco de realidad que "nunca llegaría a nada". Pero creo que tampoco es necesario para contar historias que, en las ciudades pequeñas como ésta, son más sociales que políticas.


A lo que iba, que me pierdo. El pasado jueves, una servidora, técnica laboralmente y poco más, centró uno de los puntos del debate del pleno municipal. Uno de los partidos de la oposición presentó una moción y el resto de siglas políticas entraron al trapo.


Así las cosas, ahí estaba yo, tomando nota de las descalificaciones que unos, otros y los terceros soltaban sobre mí, mi profesionalidad, mi voto, mis cualidades y mi formación.


Me jodió especialmente una frase "es que la jefa de prensa no está a la altura de este ayuntamiento". Pues eso. Tendré ahora que pegar el estirón.
Tuve a mi jefe al quite, que habló maravillas de mí sean o no ciertas. Como no tengo turno de palabra... (Gracias)


Pues eso, que como no tengo turno de palabra en los plenos, me desahogo aquí. Mi jefe no me preguntó nunca a quien voto para contratarme. Tampoco me lo ha preguntado después. Soy licenciada en Periodismo, casi siempre escribo sin faltas de ortografía y NUNCA he hecho una nota de prensa para el PSOE, ni el de esta ciudad ni el de ninguna otra.


Atiendo a todo el mundo y soy educada porque mi madre se esforzó mucho y durante muchos años. Las puertas de mi despacho no están cerradas a nadie, entre otras cosas, porque no tengo puertas.


El día que quiera entrar en un debate político me incluiré en las listas de algún partido, tomaré posesión de un cargo y prometeré el puesto. Encontes, y ese día no creo que llegue, aceptaré sin cabreo las críticas de cualquiera. Pero hasta ese momento...


Los técnicos no somos, o no deberíamos ser, el centro de un debate político. Si nadie duda del técnico de urbanismo, del arquitecto o del coordinador de juventud, que me dejen tranquila.


Ya me he quedado mejor, mire usté. Aquella noche, me tomé una copa a la salud de cada uno de ellos -así terminé-. Acepto la disculpa en la puerta de un bar, aunque no me la termino de creer.


miércoles, 28 de mayo de 2008

¿Dudas?


Hace poco, en un intermedio del trabajo, el hasta hace un rato delegado de Educación y años antes mi profesor de Historia -me llevó a septiembre injustamente, que le vamos a hacer- me preguntó por el nombre de un compañero suyo que por entonces me ofreció algunas nociones de Filosofía. Me costó acordarme de que se llamaba Isaías pero esta mañana, de golpe, me he acordado de una de esas historias que escuchas sin demasiada atención.

El tal Isaías nos intentó explicar en una de las clases la importancia de la razón y de tomar las decisiones correctas, el raciocinio y esas cosas que, cuando tienes quince años no terminas de entender, ni falta que te importa.

"Lo que diferencia al hombre del animal -nos explicó, más o menos con estas palabras- es su capacidad de decidir. El hombre puede decidir entre un trabajo u otro, un pantalón u otro, un futuro u otro, siempre con una capacidad limitada. Pero puede elegir. Sin embargo, si a un burro le pones delante cinco sacos de comida, como no tiene capacidad para decidir qué saco le conviene más, se queda parado".

Toda esta charla que nos contaba el profe de filosofía era tan absurda como sobrante de madurez para unos adolescentes. "Si a un burro le pones cinco sacos de comida, se los come. Todos. Los cinco. Y para cuando no tiene más hambre. Le da igual". Algo así he pensado siempre.

El profesor, sin embargo, mantenía que la incapacidad de decidir de los animales hacía que el burro se muriera de hambre. "A veces, al hombre también le pasa", recuerdo que contó.

Y es que hay veces en las que la duda, la incapacidad de decidir, provoca que te dejes llevar. Es una cuestión de inseguridad, de indecisión, de conformismo o, quizás, de pensar demasiado. Entre un plato de patatas fritas o una ensalada, prefiero lo primero y me quedo con lo segundo. Cuando me siento en una mesa con mucha gente, pido un plato del menú y luego caigo en que me gustaba más el que pidió el compañero de mesa.

Hay veces en las que que la duda, el miedo, nos vuelve tontos. Nos incapacita para dar un puñetazo en la mesa, para robarle el taxi al de al lado, para agarrar a alguien del brazo e impedir que se vaya, para empujarlo y lograr que desaparezca.
Después de 24 horas de dudas varias me rindo. Como dice mi madre, lo que tenga que pasar, pasará. "Si es para tí, va a ser para ti hagas lo que hagas. Si no, es que no tenía que ser", me repitió anoche.

O no. Quizá no, quizá pueda cambiar las cosas, quizá valga la pena una conversación. O puede que sea mejor dejarlo así. o...
En fin, sigo creo que sigo con dudas. O puede que no. No sé. No lo tengo claro.

Al final, o me muero de hambre o me como los cinco sacos, en plan burra.

viernes, 16 de mayo de 2008

Cuestión de necesidad


Hay mañanas en las que suena el despertador y no puedes impedir callarlo a gritos, con movimientos perezosos, con súplicas de 'cinco minutos más'. Y sigues durmiendo, al menos con un ojo, porque el sueño es más fuerte que tu responsabilidad laboral. Como decía mi abuela, "si has dormido tanto, es que habría necesidad".
Respondemos a necesidades, a impulsos, a exigencias de los jefes, los padres, los amigos, el cuerpo o la mente. Pero no a todas. Respondemos a la necesidad de beber agua cuando lo marca el cuerpo, se nos antoja una naranja cuando nos falta vitamina C y pedimos con premura un plato de patatas fritas -a las tres salsas, por favor...- cuando carecemos de Potasio.

Preguntamos la hora por favor si creemos que llegamos tarde, pedimos la vez en el mercado para llenar el frigorífico, exigimos una caña cuando el sol pega fuerte en la terraza, negociamos una subida de sueldo argumentando nuestro buen hacer y casi suplicamos un adelanto en esos meses demasiado largos y con múchas cifras rojas. En general, somos capaces de pedir cualquier cosa que necesitemos.
Casi cualquier cosa.
Porque luego observas a gente que te coloca la mano en el hombro por miedo a darte un abrazo, concentraciones de personas dispuesta a besar a cualquiera en medio de una plaza pero incapaces de pedir un beso al que se sienta enfrente cada mañana. Hay miles de videos en los que la gente ofrece abrazos gratis que regala al primer viandante que pasa. Existen personas que imaginan un gesto de cariño, que lo dibujan en forma de relato colgado en cualquier espacio libre.

Y la necesidad es la misma, pero no se respeta. Por eso, tropezamos cada mañana con miradas que transmiten un 'quiero pero no puedo', con besos perdidos, con oportunidades desperdiciadas, con retrasos que te impiden estar en el momento oportuno. Dejamos de lado la necesidad de sentir a alguien físicamente cerca pero nos tomamos ese zumo de naranja y dejamos en una palmadita en la espalda una despedida que requería algo más.
En general, somo capaces de pedir dinero prestado y nos da reparo reclamar un abrazo, solicitamos días libres pero no reclamamos un beso decente y nos desesperamos si nos quitan un puente pero aceptamos sin reparo que alguien se marche sin darnos el achuchón obligado. Todo, porque muchas veces olvidamos eso de que los abrazos son gratis, los apretones no cuestan nada y las despedidas, aunque sean para un rato, merecen algo más que un simple 'te llamo'. El cariño, el contacto, nos hace felices.

Pero, a veces, nos olvidamos de que eso también es una necesidad.

miércoles, 30 de abril de 2008

Los colores de la gente



Me pasa de toda la vida aunque no siempre he sido capaz entenderlo. Mucho menos, aún me cuesta, he podido explicarlo. Aunque tiene un resumen sencillo: veo a la gente de colores.


Este cruce de cables del cerebro se llama científicamente 'Sinestesia' y también se produce al consumir ciertas sustancias como LSD. Lo aclaro, a mí me pasa sin necesidad de invertir en nada. Se supone que algo dentro de mi cerebro funciona nada más que regular y hace que se confundan sensaciones y se entremezclen los sentidos.


Así, veo a la gente de colores. El efecto no es exactamente el de la foto, pero ha sido lo más aproximado que he podido hacer con el Photoshop. Cuando conozco a alguien lo veo normal. Pero tal cual lo veo, me lo presentan y le pierdo de vista, se me olvida. Soy incapaz de recordar a alguien a quien no haya asignado un color determinado y, además, tengo miles y miles de tonalidades distintas.


El proceso es el siguiente. Te conozco, no me importas, te olvido. Te conozco, te sigo viendo, te asigno un color y te recuerdo para siempre. Y por último, está la opción: te conozco, te asigno un color, te recuerdo, te tomo cariño y empiezo a verte como persona, sin necesidad de que seas ese azul oscuro tirando a negro con matices de mar alborotado.


Dicen los expertos que no representa un problema, que muchos genios han visto su música de colores, han pintado los cuadros que les inspiraban los sabores, relacionan palabras o sentimientos con un determinado color o textura...


Pero mi sinestesia me convierte en una 'aborrecía'. Entre mis despistes, la miopía y la sinestesia, paso por las calles sin saludar a gente que se supone conozco, pero que sigue siendo incolora para mí. Y ellos, que no me entienden, sólo piensan que soy estúpida.


Hay gente que ve la vida color de rosa, personas que miran cada día con un tono gris triste, bebedores que piensan en verde, latidos mañaneros en rojo pasión, noches doradas y amaneceres naranjas. Yo lo tengo todo, esos tonos y mucho más.


Soy rarita, que le vamos a hacer.

sábado, 19 de abril de 2008

mirando al mar


"Cada uno tiene su cárcel y yo no voy a ser menos"



Lo dice cada vez que intenta volar y se queda sin alas, cada vez que sueña con llegar a la playa, respirar con tranquilidad y sentirse congestionantemente feliz. Tiene una porción de mar atrapado en sus ojos y tiene que conformarse con eso, con ese trocito de azul.


Se levanta cada mañana convencido de que hoy puede ser ese día en el que, sin saber muy bien por qué, tenga el valor de atar en corto su vida y empezar a tomar decisiones. A empezar, por lo menos. Se levanta cada mañana convencido de que hoy puede ser ese día en el que mande a la mierda a su jefe, agarre la maleta roja que le guiña desde el fondo del armario, se despida de las rejas y haga sus sueños realidad.



Pero nunca es ese día. Suena el teléfono y lo deja para luego. Se sube en el coche, mira el cruce de señales y siempre, siempre, cada día, aparca sus sueños y su cutre polo azul junto a la cafetería. Se sienta para volver a hacer un balance, repasar y reposar los motivos, las obligaciones, los sueños, las deudas, las promesas, los deseos, los instintos, la familia...



Y se toma el café amargo, ultimamente más amargo, sin saber cómo mirar al mar.



Es un buen tío, un chaval simpático con pinta de feliz y una tierna sonrisa que parece tenerlo todo. Es eso, y muchas otras cosas. Sólo cuando uno se acerca mucho a la porción de mar atrapada en sus ojos se da cuenta de la cárcel que le apresa.



"Los barrotes pueden ser de oro y sigue siendo una cárcel. Y puede ser peor, porque hay barrotes que no ves y, precisamente por eso, no sabes cómo acabar con ellos".



Y mañana, cuando amanezca, volverá a subirse en su polo con la ruta de un mapa apuntando una playa, otra vida, un destino diferente, y volverá a aparcarlo junto a la cafetería del café amargo y largo, cada vez más amargo y más largo. Y siempre, con la misma canción de Sabina sonando de fondo, hablándole del mar, de Portugal, de la gente que se ahoga, de los que te decomisan el sudor y las sonrisas.





'Sin alas para volar,
prófugos del instituto y de la cama .
Pájaros de Portugal,
apenas dos minutos, mala fama.
Luego, la Guardia Civil, les decomisó
el sudor y la sonrisa ...
Las postales de Estoril, sin posada,
sin escudos y sin Visa...
Se llamaban Abelardo y Eloísa

Bucearon contra el Everest y se ahogaron.
Nadie les enseñó a merecer el amparo
de la virgen de la soledad
¡qué pequeña es la luz de los faros! '

martes, 8 de abril de 2008

Me quedo perpleja

Estaba escuchando la radio esta mañana, no sé muy bien qué emisora porque el aparatejo del despacho tiene demasiadas carencias. Un programa sobre 'España verde' que pretende concienciar a los ciudadanos a que consuman energías alternativas y reciclen.


Y me he quedado perpleja con una conexión en directo, en una gasolinera de las que sirve biodiesel. Su propietario ha definido así el perfil de los usuarios, literal:


"Vienen muchos gitanos que quieren echar biodiesel y gente normal"


¿¿¿¿¿¿¿?????????


A este 'empresario' sí que le hace falta un reciclaje, porque se presenta muy, muy verde, en cuanto a cuestiones como la integración social, la igualdad...

lunes, 7 de abril de 2008

De esos días tontos


Detrás de la barra de un bar al que iba antes cada día a desayunar lo decía bien clarito: 'Hoy puede ser un gran día, seguro que viene alguien y te lo jode'.

Puede venir una persona. Y entonces, respiras profundamente y dejas que las aguas vuelvan a su cauce. Luego llega un segundo intento de tocar la moral y piensas: '¿Para qué vas a mosquearte, María, si esta guerra no va contigo?'. Pero como el que la sigue la consigue, lo dejo claro: Tengo un día tonto, estoy hasta las mismísimas narices. Me jodieron el lunes, y aún queda mucha jornada por delante.

Me han jodido el día los que no se quieren, los que se quieren demasiado, los que no saben querer a nadie, los que no entienden que puedas querer a otro, los que no comparten que se pueda querer a más de uno y los que, directamente, no te dejan quererte, quererles ni querer a nadie... Y aunque parezca un anuncio de Coca-Cola o el día de San Valentín, todo este 'querer' que me ha jodido el día responde a cuestiones laborales.

Termino con los tres refranes que me ha dejado el día, queriendo o por casualidad:

Al que cuece y amasa, de to' le pasa
Donde antes hubo polvo, ahora hay fango
Es que no se puede querer tetas y sopas

Y el que me falta: 'Esto también pasará'

Lo bueno de estos días es que, por malos que sean, duran como mucho 24 horas.

sábado, 5 de abril de 2008

Frases de sabios en fin de semana

-¿Una copilla en un bar de aquí al lado?
-No, gracias. Estamos paseando.
(Gran frase de J. Carlos, a eso de las dos de la mañana, por calle Elvira, buscando un bar con los amigos)
-"En Andalucía vivimos en sociedad, en la calle. Por eso, porque somo más sociales, nos importa más que a otros el qué dirán. Todo esto hace que nos dé más miedo investigar, teorizar, emprender..."
(Manuel Pimentel, ex ministro de Trabajo, en la presentación de un libro en Baza).
-Entonces, ¿si no piso ninguno de los tres pedales del coche no se cala?
-Cariño, en la autovía y a cien kilómetros no se te puede calar el coche. Puff, que mal conduces
(Mi hermano, en mitad de la A-92, a una servidora que estaba empaná. Lo de 'cariño' es raro, lo de que conduzco mal, algo habitual).
-¿Y si ponemos un bar para locos?
(Una desconocida a su pareja, en mitad de la calle Elvira. Una gran idea empresarial)
-Y tu niño, ya andará, hablará y será una persona, ¿no?
-Sí, una persona en miniatura. Pero era persona ya cuando nació
(Conversación con Mirian, las dos cuajás perdidas).
-¿No pasan autobuses para el centro?
-No, hay una manifestación. Creo que por la guerra. Un grupo de parados de pelo largo de esos
(Un policía local, esta tarde, bajo la gran bandera de España del Triunfo).

miércoles, 2 de abril de 2008

Humor en el trabajo


Ayer se celebró el Día Internacional del Humor en el trabajo, una jornada estipulada para divertirse en el curro y tomarse las cosas con algo más de filosofía desde 1996. Se trata de una americanada más, creo, pero reunió a un puñado de 'felices' trabajadores por las calles de Madrid para reivindicar ante el Ministerio de Trabajo que esta fecha quede reflejada en los calendarios oficiales.


La consultoría Humor Positivo se convirtió en uno de los apoyos y organizadores de la marcha. Se trata de una empresa encargada de 'vender' con estadísticas, estudios y demostraciones prácticas, que el buen humor en el trabajo, las acciones divertidas y la eliminación de las corbatas en los despachos, tienen un reflejo claro y positivo en la productividad de los trabajadores, la comunicación interna, el ambiente laboral...


Todos habremos lanzado alguna vez esa frase tipo consejo en la que apostamos precisamente por eso, por fomentar el buen rollo en el curro, llevarse mejor con el jefe, colocar un futbolín en la sala de reuniones -o crear una sala de reuniones-... y ásí, miles y miles de opciones para que todos trabajemos mejor.


Yo celebré mi particular Día Internacional del Humor en el trabajo con las malas caras -sin motivo, por cierto- de mi jefe a eso de las nueve de la mañana. Luego me tomé unas cañas para celebrarlo. Hay otros, como Mendoza, que se lo montan mejor y apuestan directamente por no trabajar un día 'festivo' como el de ayer.


Me quedé encantada con el programa mañanero de la SER, que ofreció el testimonio de algunas de las empresas ubicadas en España que cumplen con una programación amplia para fomentar el humor en el puesto de trabajo. Si los grandes como Coca-Cola, Vodafone, Movistar o Spanair lo hacen, ¿por qué no nosotros?


Este puñado de 'locos' que recorrieron Madrid han conseguido su reflejo en algunos medios de comunicación, han coreado lemas como 'Nada hay mas productivo / Que el humor positivo' y hasta se han atrevido a hacer su propia versión del chiqui-chiqui. Pues eso, sonrie y sé feliz.